Condenado a muerte por asesinato, el estadounidense Thomas Arthur fue ejecutado el jueves por la noche en una prisión del estado de Alabama después de haber evitado su cita con la muerte hasta en siete ocasiones en el pasado.
"Los esfuerzos prolongados de Thomas Arthur para escapar a la justicia han llegado finalmente a su fin", declaró en un comunicado el fiscal general, Steve Marshall.
El prisionero recibió una inyección letal antes de medianoche en este estado del sur conservador, un final que había conseguido aplazar siete veces con la obtención de suspensiones inesperadas.
Arthur, de 75 años, era conocido como "el Houdini de la muerte", en referencia al famoso escapista capaz de salir de todas las jaulas y celdas, deshaciéndose de sus cadenas.
La odisea judicial de más de tres décadas de Thomas Arthur, más conocido como Tommy Arthur, concluyó este jueves por la noche tras una última batalla ante el Tribunal Supremo.
Los abogados del condenado pedían que se permitiera a los testigos a la ejecución el uso de sus teléfonos celulares, por si acaso ésta salía mal, pero la corte de apelación rechazó la petición.
La jueza progresista Sonia Sotomayor expresó su desacuerdo. "Al entrar esta noche en la habitación de ejecución, Thomas Arthur dejará sus derechos constitucionales en la puerta", escribió.
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Para sus detractores, el condenado no era más que un asesino reincidente sin escrúpulos, además de un manipulador excepcional. Un pleitista capaz de usar todos los trucos del derecho para esquivar la espada de la justicia.
– 'Artista' o 'asesino' –
"¡Thomas Arthur es un artista de la evasión! ¡Ha utilizado todos los giros posibles e inimaginables para manipular a los tribunales durante más de 34 años!", afirmó a la AFP Janette Grantham, directora de Victims of Crime and Leniency (VOCAL), una asociación de defensa de las víctimas de criminales.
Arthur no negaba haber matado a su hermanastra en 1977, un homicidio que según él fue un accidente debido a que estaba borracho en ese momento. Pero no es por este crimen por el que fue condenado a muerte.
Cinco años más tarde, cuando gozaba de un permiso de libertad condicional, Tommy Arthur fue acusado de haber matado a tiros a un hombre, Troy Wicker, cuya mujer era la amante de Arthur.
Arthur fue declarado culpable de conspirar con Judy Wicker, para asesinar a su marido de modo que ella pudiera cobrar su seguro de vida. Judy fue acusada de pagar 10.000 dólares a Arthur por el crimen.
Este crimen, del que siempre se declaró inocente, le valió la pena de muerte en 1983.
Arthur pasó así 34 años en el corredor de la muerte, durante los cuales, según el fiscal general de Alabama, "envió recursos judiciales sistemáticos a todos los estados y tribunales federales disponibles".
En 2007 se fijo una fecha de ejecución para Arthur, y nuevamente otra en 2007, 2008, 2012, 2015 y 2016.
Para quienes están en contra de la pena de muerte, el caso de Tommy Arthur ilustra lo absurdo de esta condena, que supuestamente otorga un consuelo a las víctimas pero cumple un papel opuesto cuando éstas deben esperar más de tres décadas.
Así, dicen, la pena de muerte, supuestamente con un efecto disuasorio implacable, da una impresión más bien de arbitrariedad.
En noviembre de 2016, faltó muy poco para que Tommy Arthur fuera ejecutado. El Tribunal Supremo en Washington le acordó una suspensión in extremis, a solo minutos de la hora en que debía estar atado en la camilla para recibir la inyección letal.
El prisionero necesitaba como mínimo cinco votos entre los ocho jueces de la corte y obtuvo justo los cinco.
El presidente del tribunal, John Roberts, reticente en acordar esta suspensión, confesó que "por cortesía" votó junto a los otros cuatro compañeros que querían un nuevo examen del caso.