El presidente Donald Trump arremetió el miércoles contra quienes lo criticaron por haber despedido al director del FBI, James Comey, mientras los demócratas insistían en una investigación independiente de la supuesta injerencia rusa en las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos.
La decisión de Trump de despedir a Comey el martes provocó un terremoto político e hizo que inmediatamente se comparara el caso con el escándalo de Watergate, que condujo a la renuncia de Richard Nixon en 1974.
Sin embargo, a pesar de todas estas críticas, la respuesta de Trump parece haber sido redoblar su apuesta, y un día después de despedir a Comey recibió en la Casa Blanca al jefe de la diplomacia rusa, Serguei Lavrov, quien no visita Washington desde 2013.
Además, en una serie de siete 'tuits' en el espacio de solo dos horas el miércoles en la mañana, Trump multiplicó sus ataques a sus críticos, entre ellos el senador demócrata Richard Blumenthal, quien había hablado en las televisoras estadounidenses sobre una "posible crisis constitucional" y afirmó que las razones que dio el gobierno para echar a Comey eran "risibles".
Trump la emprendió contra Blumenthal diciendo que éste debería ser uno de los investigados por "uno de los mayores fraudes militares en la historia de EEUU", debido a las controvertidas declaraciones que hizo en el pasado sobre su servicio militar durante la guerra de Vietnam.
"Los demócratas han dicho algunas de las peores cosas sobre James Comey, incluso que debía ser despedido, pero ahora se muestran tristes", dijo Tump en otro tuit.
Bajo Comey, el FBI estaba investigando si existió una colusión entre el comité de campaña de Trump y Rusia para incidir en el resultado de las elecciones a favor del aspirante republicano.
La Casa Blanca informó que ya estaba en marcha la búsqueda de un nuevo director para el FBI.
El director del FBI había molestado a los integrantes de ambos partidos, primero a los republicanos al cerrar la investigación contra la candidata demócrata Hillary Clinton, y luego a los propios demócratas al reabrir esa misma investigación días antes de que tuviera lugar la elección presidencial.
El despido de Comey generó reacciones inmediatas en Washington por el carácter potencialmente explosivo de las investigaciones sobre la alegada colusión entre el comité de Trump y Rusia.
Pero los demócratas -y algunos republicanos- vieron la decisión de deshacerse de Comey como un ataque a la investigación que el FBI llevaba adelante por el caso ruso, y exigieron que la misma sea llevada adelante por una comisión especial independiente.
"Esto es nixoniano", arremetió el senador por Vermont Patrick Leahy, quien calificó de "absurda" la justificación oficial de Trump para despedir a Comey.
"Esa explicación busca tapar una verdad indiscutible: el presidente despidió al director del FBI en medio de una de las más importantes investigaciones de seguridad nacional en la historia de nuestro país, una que implica a altos funcionarios en el comité de campaña de Trump y en su administración", dijo Leahy.
El influyente senador republicano John McCain dijo sentirse "decepcionado" por la decisión de Trump de despedir a Comey, y pidió un comité especial para investigar el papel de Rusia en las elecciones del año pasado.
Un papel excesivo
Los directores del FBI son nombrados para períodos de diez años. Comey, de 56 años, quien es popular entre los agentes del organismo, fue nombrado hace cuatro.
Comey tuvo un papel excesivo -y controversial- en el escenario político del año pasado, lanzando una "bomba" tras otra, y terminó molestando a líderes de ambos partidos.
Clinton acusó a Comey de su derrota ante Trump, argumentando que al reabrir la investigación de sus correos electrónicos poco antes de las elecciones había asustado a los electores y cortado su "momentum".
Comey había declarado ante legisladores la semana pasada que había sentido "náuseas" ante el solo pensamiento de que había influido en la elección al reabrir la investigación, pero aseguró que no podía haber hecho otra cosa.
Cuando en un principio Trump había decidido mantener a Comey -quien había sido nombrado por Obama- en su puesto, eso levantó las críticas de quienes vieron en ese gesto un premio por haber perjudicado a Clinton.
Pero solo pocos meses después ya Comey parecía apuntar a Trump y a las relaciones entre su comité de campaña y Rusia para influir en las elecciones presidenciales.