Arlington (EE.UU.), 28 abr (EFE).- Los votantes de Donald Trump aún están en éxtasis. La fascinación por el magnate ha seguido contagiándose durante sus primeros cien días en la Casa Blanca y ha llegado hasta tradicionales feudos demócratas, donde los republicanos luchan por recuperar el poder.
"Trump es lo mejor que nos ha pasado", clamó Scott Knuth esta semana durante una reunión del comité republicano del condado de Arlington (Virginia), separado de Washington sólo por el río Potomac.
El millonario generaba cierto rechazo entre los republicanos de Arlington antes de las elecciones de noviembre, según pudo comprobar entonces Efe. Pero ahora, Trump se ha convertido en el ejemplo a seguir para todos los políticos locales que aspiran a recuperar el poder en una zona con fuerte dominio demócrata.
Knuth da testimonio de ello. Al lado de una enorme bandera de EEUU, repite el mismo discurso de "mano dura" de Trump para convencer a sus vecinos de las virtudes de Corey Stewart, uno de los republicanos que compiten en las primarias para optar a la gobernación de Virginia en unos comicios que se celebrarán el 7 de noviembre.
"Stewart es un líder fuerte, Stewart cree en nuestro derecho a portar armas, Stewart quiere apoyar a Virginia y hacerla fuerte de nuevo", insistió Knuth, que trabaja para la campaña.
A continuación, el hombre se quitó su gorra roja con el lema de campaña de Trump "Hacer a Estados Unidos grande de nuevo" para tapar su calvicie con otro sombrero similar con el lema de Stewart: "Hacer a Virginia roja de nuevo".
El rojo es el color de los republicanos y Virginia actualmente está gobernada por Terry McAuliffe, demócrata e identificado, por tanto, con el color azul.
La victoria de Trump ha dado un gran impulso a los republicanos a nivel local y muchos como Stewart, exjefe de campaña de Trump para Virginia, tratan de perfilarse como el "heredero" del millonario.
"Todas las políticas son locales", resumió durante la reunión Jim Pebley, un respetado anciano que se mudó a Arlington en 1988 y, desde entonces, ha jugado un papel muy activo en el comité republicano del condado, aunque ahora ha decidido disfrutar de su jubilación en Carolina del Norte.
Al ser preguntado por Efe sobre su opinión sobre los cien días de Trump, Pebley citó al venerado expresidente Ronald Reagan para argumentar que "un republicano no critica a otro republicano".
"Pero -concedió- sí le daría unos cuantos consejos: deje su cuenta de Twitter, cuidado con las hipérboles, no se pase argumentando su opinión, lo que está haciendo en el extranjero es muy bueno, siga con ello. Creo que el resto del país está descubriendo a Donald Trump a medida que él descubre al resto del país", dijo.
Pebley se sonrió y reconoció que Trump no era su primera opción para representar al Partido Republicano en las elecciones que acabó ganando frente a la demócrata Hillary Clinton.
La opción de Pebley era Jeb Bush, exgobernador de Florida, hijo y hermano de expresidentes y que partía al principio como favorito, pero tuvo que retirarse al comienzo de las primarias por la falta de apoyos.
"Soy un republicano moderado, no me gusta cuando la gente utiliza términos duros, no me gusta cuando alguien trata de dividir. Me gusta que el Gobierno opere, que se comprometa y que se lleve bien, así que esperemos ver eso en el resto de los días que le quedan a Trump en el poder", expresó Pebley.
El apoyo de los republicanos a Trump es fuerte pero no incondicional, como comprobó el propio presidente al tratar de lograr un acuerdo en el Congreso para sustituir la ley sanitaria del expresidente Barack Obama, proclamada en 2010 y que los conservadores llevan años queriendo derogar, pero no se ponen de acuerdo en cómo.
Trump, entonces, no pudo poner de acuerdo a los congresistas moderados de su partido con los ultraconservadores.
En opinión de Randall Judt, un joven de 32 años, Trump cometió un "error grande" con la ley de salud, pero ha ido aprendiendo a lidiar con el Congreso y con las cortes, que han bloqueado su orden para prohibir la entrada a Estados Unidos de refugiados y nacionales de seis países musulmanes.
"Para un presidente que nunca ha desempeñado ningún cargo público, definitivamente, está en una curva de aprendizaje, pero ha ido mejorando a medida que han ido avanzando los cien días", consideró Judt, mientras comía un trozo de tarta de chocolate que en la parte superior llevaba dibujada la bandera de EEUU.
Las barras blancas y rojas casi ocultaban unas cuantas estrellas azules que sobresalían del pastel, elaborado por el comité de mujeres republicanas de Arlington.
En términos generales, según una encuesta de The Washington Post y la cadena ABC, los votantes de Trump están satisfechos con la gestión del presidente, quien sin embargo no ha conseguido ampliar su base y aumentar su apoyo entre aquellos que no le eligieron el pasado noviembre.
"Que Dios bendiga a América", dijeron a coro los republicanos antes de dar por terminada la reunión e invitar a los vecinos a una barbacoa el sábado, cuando se cumplen cien días de la llegada de Trump a la Casa Blanca.