El índice de confianza del consumidor en Estados Unidos disminuyó a principios de febrero luego de alcanzar una altura récord en enero.
La lectura preliminar de confianza del consumidor en febrero descendió de 98,5 en enero a 95.7, mostró hoy el índice de confianza del consumidor de Thomson Reuters/Universidad de Michigan.
"La confianza del consumidor retrocedió del nivel alcanzado en enero, récord en una década, y el descenso se centró en el Indice de Expectativas", mencionó el director de la encuesta, Richard Curtin.
"Algo es seguro, la confianza se mantiene muy favorable, y en la última década apenas han habido cinco lecturas superiores", añadió Curtin.
El subíndice que calcula las expectativas del consumidor para los seis meses próximos, que proyecta más de cerca la dirección del gasto de consumo, disminuyó de 90,3 en enero a 85,7.
El subíndice de las condiciones actuales, que refleja las percepciones de los estadounidenses sobre su situación financiera y si consideran que es buen momento para comprar artículos de alto valor como autos, bajó a 111,2 con respecto al índice de 111,3 del mes pasado.
En contexto
Alrededor de las 6:30 de cada tarde, agentes del Servicio Secreto se reúnen en los sombríos pasillos del Ala Oeste para escoltar a Donald Trump a su residencia.
Para algunos presidentes, la corta caminata entre la Oficina Oval y la residencia de la Casa Blanca escaleras arriba es un camino hacia la familia y una semblanza de vida normal. Otros han utilizado la imponente residencia para entretenimiento a altas horas de la noche y para llegar a acuerdos con legisladores.
Para Trump, la vida en la residencia de la Casa Blanca es hasta este momento una existencia mayormente solitaria. Con su esposa y su hijo menor viviendo en Nueva York y sus hijos mayores ocupados con sus jóvenes familias, Trump ha pasado sus primeras noches prácticamente solo, atado al mundo exterior solo por su teléfono y su televisión. El drástico cambio de escenario ha dejado al mandatario de 70 años, una conocida criatura de hábitos, un poco a la deriva durante las tardes, según una persona que habló con él recientemente.
Otra persona que mantiene contacto con el presidente regularmente regular lo describió como alguien que todavía se está adaptando a estos nuevos aposentos y a su agenda un tanto más apretada. Sus asesores dijeron al principio que esperaban que pasara sus tardes en cenas de trabajo, como la agendada el jueves con el donante republicano Sheldon Adelson.