Tras errar en un tiro de derecha durante el primer set de la final del Abierto de Estados Unidos, Naomi Osaka miró a su entrenador, quien estaba en una de las pocas butacas ocupadas en el estadio Arthur Ashe.
La japonesa se encogió de hombros y levantó las palmas, como para preguntar: “¿Qué rayos está pasando?”.
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El panorama empeoró segundos después. Otro tiro desviado frente a Victoria Azarenka provocó la furia de Osaka. Arrojó la raqueta, que dio unos cuantos giros antes de caer en la cancha.
Inusitadamente errática en el comienzo de la final del sábado, Osaka parecía al borde del colapso. De pronto, mejoró su desempeño, y Azarenka simplemente no recuperó jamás el control del duelo, si bien tampoco dejó de pelear.
Osaka remontó una desventaja de un set y un quiebre para imponerse por 1-6, 6-3, 6-3, con lo cual conquistó su segundo campeonato del US Open y su tercero de torneos del Grand Slam.
“Simplemente pensé que sería muy vergonzoso perder en menos de una hora”, dijo Osaka. “Sólo traté de jugar con todo y dejar de tener tan mala actitud”.
Terminó dejándose caer de espaldas a la cancha tras asegurar el triunfo, y permaneció tendida por varios segundos.
Había pasado un cuarto de siglo desde la última vez que la mujer que perdió el primer set de una final del US Open terminó ganando. Fue en 1994, cuando la española Arantxa Sánchez Vicario lo logró ante la alemana Steffi Graf.
El duelo fue de toma y daca. El desenlace no fue evidente ni siquiera cuando Osaka tomó una delantera de 4-1 en la tercera manga.
En el siguiente game, tuvo cuatro break points. Si convertía uno sólo tenía la oportunidad de sacar en 5-1 para finiquitar el partido.
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— US Open Tennis (@usopen) September 13, 2020
Azarenka no se dio por vencida. La bielorrusa sobrevivió y logró un rompimiento que la aproximó a 4-3.
Pero Osaka recuperó el control y se cubrió el rostro cuando ganó el punto decisivo.
“En realidad, no quiero jugar contigo en más finales”, dijo una sonriente Osaka frente a Azarenka después del encuentro. “No lo disfruté”.