Detrás de toda la pompa que significa montar los Juegos Centroamericanos más grandes en la historia de la región, Nicaragua tiene un objetivo en mente: asistir a los Juegos Olímpicos de París 2024 con una delegación de deportistas más numerosa.
"Queremos en 2020 o 2024 clasificar a los Juegos Olímpicos más atletas que los que llevamos ahora, por lo general vamos con uno y llevamos a 6 u 8 por invitación", dijo en entrevista a Acan-Efe el presidente del Comité Olímpico Nicaragüense (CON), Emmett Lang.
En ocho olimpiadas de las últimas cuatro décadas Nicaragua participó con un máximo de ocho deportistas por evento, salvo en Atlanta 1996 cuando envió a 26, los que suelen actuar por invitación y no por marcas alcanzadas, lo que refleja la poca calidad del deporte local.
Con los XI Juegos Centroamericanos de diciembre, el CON espera cambiar la historia del deporte nicaragüense, ya que heredará algunas de las instalaciones deportivas más modernas de la región, pero sobre todo, la capacidad de hacer deporte de alto nivel con más colaboración que inversión.
Según Lang, el movimiento federado de Nicaragua gastó unos 10 millones de dólares de cara al evento, todos del presupuesto estatal ordinario del CON y de cada federación deportiva.
En el caso de los atletas, estos fueron asistidos con los mismos recursos ordinarios de las federaciones, que suman unos 280.000 dólares, y el apoyo de los Comités Olímpicos de Cuba, Estados Unidos, Perú, Rusia o Venezuela, especificó el presidente del CON.
Los montos representan cerca del 10 % del costo de la infraestructura y la organización de los XI Juegos, pero Lang asegura que la clave es la organización y la cooperación.
El CON logró que 2.500 personas trabajen sin cobrar, se ahorró costos de seguro médico al firmar acuerdos con dos modernos hospitales, garantizó la seguridad estableciendo un plan operativo con la Policía para que Managua no se paralice con los Juegos y se benefició en que diversos municipios invirtieran en infraestructura.
En cuanto a la preparación de todos los deportistas se consiguió que las federaciones internacionales apoyaran a las locales.
"No significa meter dinero, significa meter trabajo", sostuvo el presidente del CON.
A sabiendas de la realidad deportiva del país, Lang se niega a vaticinar un número de medallas o una posición específica de Nicaragua en la competencia regional, especialmente después de que el país quedó en el sexto puesto en las justas pasadas, únicamente por encima de Belice.
"Con solo organizar ya somos los número uno, si me preguntas, quisiera ganarlos, pero hay desarrollos diferentes en Centroamérica", sostiene.
Lang insiste en que Nicaragua debe mostrarse con humildad y ofrecer lo mejor de sí en los XI Juegos Centroamericanos. Y es que para las autoridades locales el evento va más allá de lo deportivo.
"Lo pensamos también bajo el punto de vista social, político, económico, estamos pensando en turismo, en inversión, Nicaragua está ante una realidad económica, el ambiente mundial económico ha sido bien opaco, sin embargo en ese mundo Nicaragua no ha dejado de crecer", según Lang.
Esto probablemente significa alejar a Nicaragua de la fama bélica que le dejó el conflicto de los año 80 del siglo pasado y de la notoria violencia que viven los países vecinos a causa de las maras, que no han encontrado forma de establecerse en la sede de los XI Juegos Centroamericanos.
Por ahora, el deporte de Nicaragua sólo encuentra ventajas en el beneficio de jugar en casa, pero la apuesta del CON es pisar con fuerza las pistas de unas olimpiadas dentro de siete años, cuando seguramente el objetivo haya cambiado hacia algo que se le ha negado en Juegos Olímpicos: alcanzar el podio.