Eli Manning hizo caso omiso de la pérdida de cuatro receptores abiertos, y los tambaleantes Giants de Nueva York coronaron una difícil semana de lesiones y disputas internas al sorprender el domingo 23-10 a los Broncos de Denver.
Los Giants (1-5) dominaron a Denver en todo desde el principio hasta el final. Los Broncos (3-2) desperdiciaron una oportunidad de oro para acercarse a Kansas City en la División Oeste de la Conferencia Americana después de que los Steelers vencieron al último equipo que quedaba invicto en la liga horas antes.
Jason Pierre-Paul se apuntó un trío de derribos de quarterback para los Giants, que llegaron a Denver tras una semana complicada en la que tres receptores abiertos quedaron lesionados, otros cinco titulares acabaron en la banca, también por lesiones, y el cornerback Dominique Rodgers-Cromartie fue suspendido por insubordinación.
Fue una paliza, aunque no la que todo el mundo esperaba.
“Nadie nos da ninguna posibilidad de ganar este partido”, dijo el entrenador Ben McAdoo mientras se preparaba para llevar a su equipo a Denver, donde los Broncos estaban saludables, descansados y encabezaban a la liga en el área defensiva.
A pesar de esos pobres augurios, los Giants se apuntaron cuatro derribos de quarterback y dos intercepciones. Y fueron los Broncos los que se mostraron tambaleantes en una noche de pesadilla llena de errores y frustración.
El quarterback Trevor Siemian fue sacado brevemente del partido, y perdió a su tackle derecho Menelik Watson (lesión en la pantorrilla), junto con los receptores Emmanuel Sanders y el novato Isaiah McKenzie por lesiones en el tobillo.