Rafael Nadal culminó una temporada de admirable resurgimiento con una gran exhibición frente a Kevin Anderson y conquistó el domingo su tercer título en el Abierto de Estados Unidos y la 16ta corona en un Grand Slam para el tenista español, que ha mostrado una ambición infinita.
Con un despliegue sistemático, Nadal abrumó a 6-3, 6-3, 6-4 a un oponente que hacía su debut en la final de un slam.
Pletórico de principio a fin, el número uno del mundo no le dio tregua alguna al sudafricano Anderson en el estadio Arthur Ashe.
La final del último grande del año se presagiaba como un desigual combate, y exactamente se dio así en las 2 horas y media de duración.
Desde Pete Sampras en Wimbledon 2000, nadie había ganado un Slam sin haberse tenido que medirse a un rival situado entre los 20 mejores del mundo.
Pero en Nueva York, esta vez, el cuadro fue diezmado por un considerable número de bajas, incluyendo a los tres últimos campeones: Andy Murray, Novak Djokovic y Stan Wawrinka.
Nadal tampoco tuvo que lidiar con Federer, su eterno rival. La posibilidad de una semifinal con el suizo, que hubiera sido su primer enfrentamiento en un US Open, se disipó cuando el argentino Juan Martín del Potro eliminó a Federer en los cuartos de final. Acto seguido, Nadal derrotó a Del Potro, el campeón del torneo en 2009 que ahora figura 28 en el ranking.
Impenetrable con su servicio y la ferocidad de su revés de dos manos, Nadal dominó en todos los sentidos. Rompió cuatro veces el saque del gigante de 1,98 metros (6,8 pies) y en ningún momento afrontó una bola de quiebre.
Nadal cierra la temporada de las grandes citas con dos títulos por primera vez desde 2013. En junio, se proclamó campeón del Abierto de Francia por décima ocasión, una cifra sin precedentes.
“Es increíble todo lo que ha pasado este año”, dijo Nadal al dirigirse al público en una ceremonia de premiación en la que se mostró un video con las 16 consagraciones de Nadal en los slams, incluidas dos en Wimbledon y una en el Abierto de Australia.
Todos esos títulos fueron obtenidos bajo la tutela de su tío, Toni, quien se dedicará a dirigir la academia del sobrino en Palma de Mallorca. Este US Open fue el último Grand Slam de la dupla.
“Todo es increíble para mí”, dijo el tío. “Cuando uno comienza no piensa en llegar a este nivel y al final muy contento, yo particularmente, de ver a mi sobrino levantar tantos trofeos, y saber que ha dado un paso más en la historia”.
“Ha sido una de las personas más importantes en mi vida”, apuntó Nadal. “Nunca se lo podré agradecer lo suficiente”.
También completó algo inédito que agranda la rivalidad más apasionante del tenis: Nadal y su némesis Roger Federer monopolizaron los cuatro títulos principales del año, ya que Federer _tras un paréntesis sin consagraciones desde 2012_ se coronó en Australia y Wimbledon, para llegar a los 19 en su carrera.
“Es increíble que esto hubiera ocurrido. Después de tantos años que él había sido estado sin ganar, pudo ganar dos este año y que yo hiciera lo mismo”, valoró Nadal. “Ha sido un cambio de dinámica y hemos estado sanos. Hemos hecho un año fantástico”.
La pugna por la mayor cantidad de títulos entre los dos colosos vuelve a ponerse al rojo vivo. Nadal ahora está a tres de la cifra récord de Federer.
Esto es notable para un jugador que hace un año sufría una lesión en la muñeca. Se hablaba de un declive irremediable.
“Todos estos años con algunos problemas, lesiones, algunos momentos jugando mal”, dijo Nadal.
A sus 31 años de edad, este es el Nadal de siempre, un jugador valiente y espabilado para afrontar cualquier desafío y en cualquier superficie.
Nadal evocó los momentos de desvelo y frustración, en los que se sumió durante una sequía de dos temporadas consecutivas —de 2015 y 2016— sin alzar la copa de un grande, algo que no había ocurrido desde 2004, cuando aún era un adolescente.
La espera terminó al darse el gusto de darle la tradicional mordida al trofeo del slam estadounidense
“Tengo que dar las gracias a la vida por esta oportunidad, a mi familia y a mi equipo”, señaló Nadal.
Otro detalle para destacar: Nadal y Garbiñe Muguraza aparecerán en lo más alto de los rankings de la ATP y la WTA, respectivamente, todo un hito para el tenis español.
Como número 32 del mundo, Anderson fue el finalista del US Open con el ranking más bajo desde que la ATP empezó a confeccionar su escalafón en 1973.
“Tenemos la misma edad, pero siento como si te hubiera estado viendo jugar toda mi vida", afirmó Anderson, quien nunca había pasado más allá de los cuartos de final en 33 participaciones previas en los slams. “Este no es el resultado que buscaba, pero seguiré luchando para volver a intentarlo”.
Frente a Nadal, no tuvo la más mínima oportunidad con la sensación de que el español iba a ser impecable a la primera oportunidad para hacerle daño. Ese momento ocurrió cuando estaban empatados 3-3 y 30-30 en el primer set: Anderson cometió una doble falta y Nadal no perdonó al disponer de su quinta bola de quiebre.
"Eso cambió el resto del partido", resumió Nadal.