Durante años, se ha especulado sobre el final de la carrera de Roger Federer, ya sea por su edad, dolencias de espalda y rodilla, o por haber pasado cuatro temporadas y media sin un título de Grand Slam.
Ahora, sería muy aventurado considerar que no es favorito en Wimbledon, donde la actividad comienza este lunes.
A un mes de cumplir 36 años, Federer empatará un récord, al participar en su 70mo torneo major. Pero hay otra marca que le interesa más, la de ocho títulos en el All England Club.
“Mientras que un tenista como Roger siga jugando, tendrá una oportunidad de ganar un cetro del Grand Slam. Sólo cuando deje de jugar no tendrá oportunidades”, comentó Stan Wawrinka, tres veces monarca de majors y quien ha pasado buena parte de su carrera a la sombra de su formidable compatriota. “Como tenistas, todos sabemos esto, lo hemos visto en la cancha y cuando practicamos contra él”.
Wawrinka es amigo de Federer, con quien ha formado equipo para conseguir un título de la Copa Davis y la presea olímpica de oro en dobles.
“Seguro, él tuvo algunos años un poco malos, con algunas lesiones y algunos resultados adversos. Eso es parte de una larga carrera”, añadió Wawrinka.
Hace un año, Federer cayo de bruces en la cancha central, durante el quinto set del partido que perdió en semifinales, traicionado por la rodilla izquierda que había requerido cirugía.
Esa imagen quedó para el recuerdo, lo mismo que el par de faltas dobles en que incurrió el suizo durante el último game del cuarto set. En más de una década, Federer nunca había parecido tan vulnerable.
“Aquella caída me dejó verdaderamente asustado”, contó Federer el sábado, con las manos entrelazadas e inclinado hacia delante.
Recordó que después de ello, consultó a varios médicos. Pensó que necesitaría cuando mucho un par de meses para recuperarse. Se le recomendó parar durante un cuatrimestre, lo que significaba no participar en los Juegos Olímpicos, en el U.S. Open ni en otro encuentro durante lo que quedaba de 2016.
Regresó transformado, con una foja de 24-2 y cuatro títulos en el año, incluido su 18vo cetro de Grand Slam, con lo que mejoró su récord. Remontó una desventaja en el quinto set para derrotar al español Rafael Nadal en la final del Abierto de Australia, disputada en enero.
Fue la primera coronación de Federer en las grandes citas desde 2012, cuando conquistó Wimbledon a los 30 años.
Y también en este año se dio algo de descanso. No participó en la temporada de arcilla, incluido el Abierto de Francia, pese a encontrarse saludable.
“Yo estaba listo para jugar en París”, reconoció. “Simplemente no sentí que era bueno participar todavía”.
Explicó que deseaba darse la mejor oportunidad posible de lograr el éxito en sus superficies preferidas, el césped y las canchas duras.
“Todos opinábamos eso, que era mejor cuidarme y dar todo lo que tengo en el resto de la temporada, no sólo sobre el pasto, sino después, hasta el verano estadounidense”, comentó.
En las próximas dos semanas se sabrá si esa decisión fue acertada.