El argentino Juan Martín del Potro se clasificó hoy para la tercera ronda de Roland Garros después de que su rival, el español Nicolás Almagro se retirara por una lesión en la rodilla izquierda cuando estaban empatados a un set.
La retirada del español, entre sollozos, tuvo lugar poco después de que ganara el segundo set y consiguiera empatar contra el argentino, que durante toda esa manga se había quejado de un aductor. El marcador reflejaba un 6-3, 3-6 y 1-1 y se había jugado hora y media en la pista 2.
Los problemas en la rodilla izquierda ya provocaron que Almagro se viera obligado a retirarse en el pasado torneo de Roma cuando jugaba segunda ronda contra su compatriota Rafael Nadal.
Del Potro, cabeza de serie número 29, que disputa Roland Garros tras cuatro años de ausencia, se medirá por un puesto en octavos de final frente al ganador del duelo entre el británico Andy Murray, número 1 del mundo, y el eslovaco Martin Klizan.
El partido estuvo marcado por los problemas físicos de los dos jugadores.
Durante el primer set, fue Del Potro quien tras correr una bola se resbaló y pareció sufrir un pinchazo en los aductores de la pierna derecha.
Aunque logró cerrar esa manga, su rendimiento bajó muchos enteros y el de Tandil ya no corría con la misma soltura.
Almagro trataba de moverle por la pista, lo que se tradujo en un evidente bajón de rendimiento de Del Potro, que terminó por perder el segundo set.
La continuidad del argentino dejaba muchas dudas pero finalmente fue el físico del español el que no aguantó.
Almagro pidió asistencia tras ganar el primer juego y, desde ese momento, su rodilla fue cada vez a peor.
Incluso se trastabilló en un momento del partido hasta que, finalmente, decidió parar.
Desde el fondo de la pista, el murciano renunció a correr a un saque de su oponente, dobló el tronco, se echó las manos a la cara y sus llantos se escucharon en toda la cancha.
Finalmente se tiró de espaldas. El árbitro y el propio Del Potro acudieron a ayudarle.
Ya era evidente que Almagro no podía seguir y sus gestos de rabia así lo ponían de manifiesto.
Tres veces cuartofinalista en Roland Garros, el español ya había advertido tras ganar en primera ronda al chipriota Marcos Baghdatis que su rodilla no estaba totalmente recuperada.