A los 12 años Guillermina Altamirano Molina, miraba cómo su mamá se levantaba temprano para preparar los ingredientes especiales, desde entonces esta mujer tiene más 7 décadas de elaborar los tradicionales huevos chimbo en Estelí.
“Este es un negocio familiar, recuerdo que de pequeña era mi pasatiempo ir a las ventas y tiendas a entregarlos. Tenía unos 12 años cuando mi mamá me empezó a instruir sobre los ingredientes que contenía la receta, sobre todo me enseñó a moldearlos con amor y paciencia para que no se nos dañara ni uno y de igual forma que cuando se los comieran le sintieran ese toque especial que los haría regresar por más”. relató Doña Guillermina.
Lee también: Plaza central de Granada cuenta con altares dedicados a la Virgen María
Ella considera que es la única en la ciudad de Estelí que no ha modificado esa receta familiar, es por eso que la calidad se mantiene y las ventas han incrementado.
“Cuando inicié me parecía un poco difícil, pero con los años he venido perfeccionando la técnica, tanto así, que ahora en los momentos que no los estoy preparando los extraño. Uno de los ingredientes especiales que hacen la diferencia en estos huevos chimbo, es usar el dulce o miel de caña que es la forma original de cómo hacerlos; además nosotros le agregamos como extra la naranja agria que le da un sabor y aroma incomparable”, afirmó Altamirano.
Dulces muy populares
En el Mercado Alfredo lazo, pulperías, centros comerciales de Managua, en Estados Unidos y Costa Rica, es donde los huevos chimbo se han comercializado.
“Tanto en los temporada regular como en diciembre que mejora la demanda por las purísimas y la llegada de los nicaragüenses que viven en el extranjero para visitar a sus familias aquí en el país. Nos ha mostrado cuán grande es la demanda de nuestro producto gracias a la calidad, el esmero y el amor con el que los preparamos. Hace pocos días una fábrica tabacalera nos realizó un pedido muy grande y desde entonces no hemos parado de hacerlos, por que sabemos que cada uno de los dulces que hagamos tienen que llevar ese toque especial de nuestra familia”, dijo Marta López Altamirano, hija.
Más que una forma de sobrevivir para estas emprendedoras es una tradición y para mantener vivo el legado gastronómico, está quedando de generación en generación.
Con sus 85 años de edad Guillermina no ha dejado de preparar los delicios dulces y expresó que hasta que siga teniendo fuerzas en sus manos, los seguirá elaborando al lado de sus hijas.