Ameya, una poza de agua cristalina de fríos amaneceres, donde los rayos de sol se enredan entre palmas y cocoteros, ha sido un sitio histórico de descanso, de mucha nostalgia y añoranzas.
Aquí se ubica la legendaria hacienda Ameya, que guarda mucha historia desde la época de la colonia y el año que se estableció el taller del ferrocarril a principio de 1877 en su ruta por Chinandega a Corinto.
Lugar de encuentro y desencuentro
Oscar García, originario de Ameya, recorre con su moto taxi el viejo, pedregoso y borrado camino donde pasaba la línea férrea, que fue lugar de encuentro y desencuentro de viajeros y obreros.
“Nuestros abuelos me contaban que esta hacienda era muy reconocida, aquí pasaba el tren de donde bajaba la gente que venía de otros países de Centroamérica a trabajar los campos algodoneros. Lamentablemente no pude conocer el tren solo su historia, vestigios y este caudal donde vienen a bañar ciudadanos de varias localidades”, indicó García.
El historiador chinandegano, Julio Zavala, recuerda que, en aquella época, el tren y los pesados vagones se detenían justo a la par del tanque de 10 mil galones, donde los operarios maniobraban para hacer descender a boca de jarro el grueso tubo, que con la fuerza de cadena abastecía de agua la máquina de vapor que desapareció a principio de los años 90.
“En el año de 1845 se abrieron caminos con un tren de carretas con mercadería que venían de Matagalpa y Granada hasta Corinto, sin embargo, con la llegada del gobierno de Pedro Joaquín Chamorro, moderniza el transporte en Nicaragua, una promesa de campaña que permitiría sacar la producción de café y añil y otros rubros por Puerto Corinto al extranjero. Luego entre los años 1878 a 1881 se construye el primer tramo y el puente de 54 pilastra de concreto y hierro alemán, de Paso Caballos, donde pasaba el tren, dando marcha en el año de 1881 al primer viaje de la isla de Corinto a Chinandega, convirtiéndose el puerto en 'la ventana al mundo'", destacó el profesor Zavala.
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Grandes personajes
Cuentan las bellas anécdotas vividas en la ruta ferroviaria cuando Chinandega era meca del trabajo en el auge del algodón, así como el viaje de Sandino, Rubén Darío y de varias figuras importantes del espectáculo internacional que por las ventanillas asomaban y admiraban la belleza natural en el primer tramo de ingreso al país de lagos y volcanes.
“Uno de los escritos revela que en los años 1907 y 1915 en uno de los viajes de salida y entrada de nuestra máxima gloria Rubén Darío, tras su paso por Chinandega, la llamó 'la ciudad de las naranjas almibaradas', refiriéndose a la cosecha de naranja que producían en las extensas fincas de la región”, comenta Zavala.
También viajo por esta ruta ferroviaria Sandino durante su viaje a México y artistas como Bienvenido Granda, Daniel Santo, Lucha Villa y otros.
El puente de hierro de 20 metros sobre la cañada sobrevive al tiempo. Su vecino Luis Manuel Díaz es quien opera la bomba de sistema hidráulico, única en el departamento para llenar el antiguo tanque de Ameya, construido en 1877 y que ahora abastece a la comunidad.
“Nací en la comunidad de Ameya, tengo 50 años y desde chavalo con la ayuda de Don Álvaro Terán, me enseñó a darle mantenimiento y reparación a la bomba que abastece el tanque que alimentaba en esa época al tren de vapor. Este es un lugar hermoso y nostálgico, recuerdo que en aquellos años cuando era estudiante pagaba 25 centavos de córdobas en el tren y el ferrocarril que era más rápido 50 centavos, para viajar a Chinandega", rememora Díaz.
Dijo que la salida del tren impactó en la comunidad. “Aquí había vida, se movía el comercio, la producción y la movilización de la población, ahora es un lugar solo lleno de recuerdos, como el puente de hierro, el tanque y la bomba que fue lo único que logramos salvar cuando Antonio Lacayo quiso llevárselo para venderlo como chatarra", enfatiza.
Sitio emblemático
Este destino perteneciente al municipio de El Realejo, es uno de los sitios emblemáticos en el Pacífico de Nicaragua desde 1890 cuando el gobierno de esa época construyó el primer tramo de línea férrea que conectaría las poblaciones de El Viejo, Puerto Morazán, Chinandega, Chichigalpa y Corinto, por un ramal del ferrocarril que empalmaría con la división occidental.
El trayecto de aproximadamente 25 kilómetros de la línea férrea inicia desde la antigua estación del Ferrocarril de Chinandega, pasa por la finca El Ensayo, El Porvenir, El Ojo de Agua de Ameya, Paso Caballos, hasta Puerto Corinto.
