Unas 210 carretas peregrinas provenientes de la comunidad Los Encuentros en Carazo, otras de Masatepe y Granada llegaron hoy al municipio de Nandaime, como parte de su recorrido hacia el Santuario de Popoyuapa, en Rivas.
Estas fueron recibidos por las personas que prepararon un lugar donde las familias que viajan hacia el Santuario de Popoyuapa puedan descansar por lo menos un rato.
Las familias emprenderán nuevamente su viaje a las 5 de la madrugada, rumbo a su próxima estación en el Río Ochomogo y así continuar su peregrinar hasta llegar al Santuario en Rivas.
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Don Edmundo Pérez, uno de los coordinadores de la directiva del grupo de carretas, dijo que para ellos es de vital importancia esta peregrinación ya que cada una de las familias viajan en pego de una promesa.
Pasan ahorrando todo el año y así comprar todo lo necesario para emprender este viaje de ida y vuelta. Estas carretas están ubicadas en diferentes partes de Nandaime, unas cerca de plaza Santa Ana, otras donde Martha Núñez, cerca del mercado municipal, y otras en el barrio La China.
Todas fueron recibidas en la entrada del municipio de Nandaime con una procesión de Jesús Nazareno algo que lo viene haciendo por años en está centenaria tradición, llena de religiosidad del pueblo nicaragüense.
Cabe destacar que la Policía Nacional se hizo presente para hacer el resguardo a las carretas peregrinas que viajan sobre la carretera Panamericana Sur.
En Contexto
Fe, cultura y religiosidad en carretas peregrinas de Masaya
La fe mueve montañas, muestra de esto son los devotos de Masaya que cada año recorren más de 60 kilómetros a bordo de sus carretas peregrinas con el fin de pagar promesas en el Santuario Nacional de Jesús del Rescate en Popoyuapa, Rivas.
Con lágrimas en sus ojos y su voz entrecortada Nicolás Ñamendi habló del milagro recibido por Jesús del Rescate, es un promesante que viaja hace cinco años y tres ha pagado de rodillas su promesa al llegar al santuario. “Yo tengo de viajar cinco años, es una devoción porque el año antepasado yo me caía, perdí movimientos de la pierna y yo prometí que si volvía a la normalidad iba a viajar. Mi suegro me levantaba y me decían que iba a quedar inválido, a mis hijos le dije que si no me volvía a levantar yo vendía los bueyes, pero volví a la normalidad y le dije a mis hijos que iba a pagar promesa de rodillas y gracias a Dios estoy bien”, dijo Ñamendi.
Para las familias que participan en este largo viaje los sacrificios son pocos, en recompensa está la fe y los milagros recibidos, una tradición que han heredados a través de las generaciones.