El río más caudaloso del mundo, el Amazonas, está siendo amenazado por un enemigo diminuto: un pequeño mejillón invasor originario de China.
Desde que llegó a Sudamérica a principios de la década de 1990, el mejillón dorado ha conquistado nuevos territorios a una velocidad alarmante, abriéndose camino entre la flora y fauna nativa, y se ha extendido a cinco naciones.
Ahora, los científicos temen que esta especie invasora pueda llegar al Amazonas, lo que pondría en riesgo uno de los ecosistemas más extraordinarios del mundo.
«No hay duda de que el impacto ambiental sería enorme», dijo la investigadora Marcia Divina de Oliveira, de la agencia investigadora gubernamental Embrapa.
El mejillón dorado, que por lo general no crece más de dos centímetros (cerca de una pulgada), tiene una elevada capacidad reproductiva. Se reproduce durante nueve meses del año, generando nubes de larvas microscópicas que flotan con las corrientes y llegan a nuevos territorios. Se adhieren a superficies duras como rocas, estructuras artificiales y unas a otras, con lo que forman grandes colonias que parecen arrecifes.
Han mermado poblaciones de almejas nativas al pegárseles de tal manera que impiden que sus conchas se abran.
Su rápida propagación obstruye las cañerías, lo que ha obligado a operadores de plantas hidroeléctricas y de tratamiento de aguas del estado Sao Paulo, así como de Buenos Aires, Argentina, y de otras partes, a gastar millones de dólares al año para eliminarlas usando sustancias químicas o apagando las turbinas para extraer gigantescas formaciones de mejillones.
El mejillón dorado es un animal que filtra el agua para alimentarse de plancton y otras formas microscópicas de vida. Su proliferación puede alterar los niveles de fósforo y nitrógeno del agua, generando brotes de algas tóxicas que pueden ser mortales para las criaturas acuáticas y para los humanos.
Una de las principales expertas en el mejillón, una estudiante de doctorado en la Universidad Federal de Río de Janeiro, cree que podría tener otra solución: mapear el genoma del mejillón y producir un virus u otro «proyectil biológico» que haga infértil esa especie. Algo parecido a lo que se hace para combatir los mosquitos que transmiten el dengue, haciéndolos estériles.
«Si lo conseguimos, sería algo obviamente importantísimo desde un punto de vista económico, pero también para proteger la biodiversidad», dijo Silva, de 27 años. «El Amazonas sufre demasiadas amenazas».
RIO DE JANEIRO (AP)