Si usted vive en la localidad española de Almonacid del Marquesado, en Cuenca, el diablo que ve podría ser el que conoce. El pueblo lleva celebrando las fiestas de la «Endiablada» cada 2 y 3 de febrero, al menos desde la Edad Media.
Cada año, los hombres del pueblo se visten como personajes diabólicos con ropajes coloridos y mitras rojas. Con grandes y pesados cencerros de bronce atados a la cintura resonando sin cesar, caminan, bailan y saltan por las enrevesadas calles del lugar y visitan el cementerio.
Las dos fiestas se celebran de forma similar, aunque su origen es distinto.
La procesión del 2 de febrero, o Candelaria, alude al momento en el que según la tradición, la Virgen María presentó a Jesús a las autoridades del templo 40 días después de su nacimiento en Navidad. Se cree que el protocolo le causó una cierta vergüenza, y los personajes que acompañan haciendo sonar sus cencerros pretenden distraer la atención del público.
Por otro lado, la procesión del 3 de febrero conmemora el día de san Blas. Según una leyenda local, los pastores del pueblo encontraron una estatua del santo y después ganaron una competición con un pueblo cercano para quedarse la imagen, haciendo sonar los cencerros de sus animales como celebración.
ALMONACID DEL MARQUESADO, Cuenca, España (AP)