Los residentes de Nueva Inglaterra azotados por una ventisca que dejó cantidades de nieve a la altura de la rodilla y vientos huracanados despejaban las calles, terrenos y propiedades, mientras los habitantes en Nueva York y otras zonas que no recibieron toda la fuerza de la tormenta se preguntaban si los pronósticos fueron exagerados.
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, justificó la decisión de cerrar las calles al transporte privado en vista de los pronósticos que anticipaban más de 60 centímetros (dos pies) de nieve. «No se puede poner precio a la seguridad», afirmó el miércoles a la NBC.
La tormenta enterró el área de Boston en más de 60 centímetros (2 pies) de nieve y provocó vientos que superaron los 112 kilómetros por hora (70 millas por hora). Abrió un boquete en un dique e inundó una casa vacía en Marshfield, Massachusetts, además de golpear una réplica de un barco de la Revolución, de 110 pies (33 metros) en Newport, Rhode Island, quebrando el mástil y perforando su casco.
Pero el miércoles empezó poco a poco todo a retornar la normalidad. El sistema público de tránsito de Boston funcionaba normalmente, mientras los trenes Amtrak a Nueva York y Washington funcionaban en forma limitada. Empezaron a llegar vuelos al aeropuerto nacional de Logan, uno de los más activos de la nación, a partir de las 8 de la mañana.
La policía relacionó dos muertes, ambas en Long Island, con la tormenta. Un joven de 17 años chocó contra un farol cuando se deslizaba por la nieve con un trineo inflable, y un hombre de 83 años con demencia fue encontrado muerto en su patio.
Los más de 35 millones de personas en el corredor de Filadelfia a Boston se habían preparado para un aluvión el lunes por la noche y el martes, después de que los meteorólogos advirtieran de una tormenta de proporciones posiblemente históricas.
BOSTON (AP)