El presidente de Nigeria fue uno de los líderes mundiales que condenaron los ataques de la semana pasada de extremistas islámicos contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo, pero no ha dicho nada sobre la carnicería de civiles perpetrada por milicianos en su propio país.
Algunos comentaristas criticaron la reticencia del presidente Goodluck Jonathan a hablar del tema y el que no haya una reacción internacional comparable a la de los ataques en Francia. El slogan «Soy Baga», alusivo al «Soy Charlie», que se ha popularizado en todo el mundo, está circulando en las redes sociales.
La solidaridad mundial y la desafiante concentración en París que atrajo a líderes de todo el mundo tras las acciones en que fallecieron 17 personas en Francia hicieron pasar a un segundo plano la matanza de probablemente 2.000 personas en Baga, ciudad del nordeste de Nigeria, cerca de Chad.
Jonathan, quien buscara la reelección dentro de seis meses, expresó de inmediato su solidaridad con Francia.
Pero no hizo pronunciamientos fuertes sobre Baga. Ese ataque comenzó el 3 de enero y es otro episodio sangriento en un conflicto turbio y costoso, en el que escasea la información, la insurgencia es vista a menudo como un problema local y la violencia es rutinaria.
La ONU, Estados Unidos y otros países condenaron la violencia de la organización extremista islámica Boko Haram y organizaciones internacionales de asistencia se movilizan para ayudar a los sobrevivientes.
El lunes, la portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Marie Harf, se mostró exasperada por el escaso interés sobre las matanzas de Nigeria tras responder una andanada de preguntas de la prensa sobre la multitudinaria manifestación del fin de semana en París.
«Quiero ver cuántos minutos le dedicamos a Boko Haram, comparado con la marcha», declaró Harf a los periodistas. «Sólo quiero hacerle notar esto a la gente».
La diferencia en las reacciones a los baños de sangre en París y Baga se inscribe dentro de un contexto más amplio, según expertos.
La matanza de París, entre cuyas víctimas figuraron prominentes caricaturistas, tuvo un gran impacto más allá de las fronteras de Francia porque fue vista como un ataque a «libertades fundamentales… un ataque existencial contra toda Europa», según Michael Jennings, disertador sobre desarrollo internacional de la Escuela de Estudios Africanos y Orientales de Londres.
La violencia en Nigeria, en cambio, no genera la misma atención porque «a menudo se la presenta como parte de una continua historia de violencia entre las comunidades» africanas, indicó Jennings.
JOHANNESBURGO, Sudáfrica (AP)