Mientras en Irak la celebración de la Ashura (el martirio del imán Husein) se tiñó de violencia con el atentado en el que murieron hoy cerca de una treintena de chiíes, en Irán se vive la jornada en calma con procesiones de penitentes y representaciones de la batalla de Kerbala.
Las procesiones de luto, con decenas de hombres flagelándose la espalda con pequeños látigos o golpeándose el pecho con las manos abiertas al ritmo solemne de un tambor, volvieron a llenar hoy las calles de pueblos y ciudades iraníes, decoradas con blasones y carteles en los que se lee «Ya Husein» y los nombres de los familiares del imán.
Mientras en otros países el Ashura se eleva el temor de posibles atentados contra congregaciones chiíes (rama minoritaria del islam), en Irán, donde el 90 por ciento de la población pertenece a esta confesión, la conmemoración transcurrió este año con tranquilidad.
Según la tradición chií, Husein y sus 72 acompañantes murieron en Kerbala (el actual Irak) tratando de liberar a los pueblos de la región de la tiranía del Califa, que les venció con artimañas (dejándoles pasar hambre y sed), con una fuerza muy superior de 30.000 hombres y matando hasta a los niños, incluido el hijo del imán de tan solo seis meses.