El Papa Francisco condenó el jueves la «persecución brutal» de los insurgentes del Estado Islámico contra las minorías y dijo que el espíritu navideño estaba empañado por el sufrimiento de los niños de Oriente Medio y otras partes del mundo.
Miles acudieron a la Plaza de San Pedro para oír la bendición y el mensaje «Urbi et Orbi» (a la ciudad y al mundo) del papa argentino, marcando la segunda Navidad desde su elección el año pasado.
Francisco condenó a los combatientes del Estado Islámico que han matado o desplazado a musulmanes chiítas, cristianos y otros en Siria e Irak que no comparten la ideología del grupo.
«Para él, el Salvador del mundo, le pido que guarde a nuestros hermanos y hermanas de Irak y de Siria, que padecen desde hace demasiado tiempo los efectos del conflicto que aún perdura y, junto con los pertenecientes a otros grupos étnicos y religiosos, sufren una persecución brutal», dijo.
Luego se alejó de su texto y habló emotivamente de «los niños desplazados a causa de las guerras y las persecuciones, sujetos a abusos y explotación ante nuestros ojos y con nuestro silencio cómplice; a los niños masacrados en los bombardeos, incluso allí donde ha nacido el Hijo de Dios».
Sin dar más precisiones, habló de «los actuales Herodes», que tienen las manos ensangrentadas, refiriéndose al rey bíblico que ordenó la muerte de niños porque veía a Jesús como una amenaza a su poder.
También se refirió a los niños muertos «antes de ver la luz, privados del amor generoso de sus padres y sepultados en el egoísmo de una cultura que no ama la vida».
Hablando de las penurias de los refugiados, pidió «que la indiferencia se transforme en cercanía y el rechazo en acogida, para que los que ahora están sumidos en la prueba reciban la ayuda humanitaria necesaria para sobrevivir a los rigores del invierno, puedan regresar a sus países y vivir con dignidad».
Hizo un llamado a la finalización de los conflictos en los países africanos, convocó al diálogo entre los israelíes y los palestinos, censuró el ataque de los militantes talibanes en el que murieron más de 130 estudiantes en Pakistán la semana pasada y agradeció a los que ayudan a las víctimas de la epidemia del ébola.
En la víspera de Navidad, Francisco hizo un sorpresivo llamado telefónico a los refugiados cristianos en un campo de Ankawa, Irak. «Ustedes son como Jesús en la noche de Navidad. Para él tampoco había lugar (…)», les dijo.
CIUDAD DEL VATICANO (Reuters)