Túnez elige libremente a su jefe de estado, tres años después de su «revolución» de 2011 que derrocó al dictador Ben Alí dando paso a la transición con menos sobresaltos de todos los países que vivieron de alguna forma la llamada «primavera árabe». Una excepción en la región.
Algo más de 5 millones de tunecinos están convocados este domingo a las urnas para elegir entre 27 personalidades entre las que destaca el laico Beji Caid Esebi, de 87 años, después de que su partido ganara a los islamistas en las legislativas celebradas hace unas semanas.
Precisamente, el partido islamista Ennahda, en el poder desde finales de 2011 hasta comienzos de este mismo año, no presentó candidato y dejó a sus miembros hacer su propia elección.
Entre los candidatos se encuentran desde el presidente saliente, Moncef Marzouki hasta varios ministros del régimen de Ben Alí, pasando por hombres de negocios, laicos e incluso una magistrada, Kalthoum Kannou, la única mujer que figurará en las papeletas.
El país atravesó numerosas crisis desde la revolución, incluyendo el fortalecimiento de los grupos yihadistas, los asesinatos de dos opositores a Ennahda y serias dificultades económicas.
Aunque la nueva constitución sólo otorga prerrogativas limitadas al presidente, la elección por sufragio universal le da un importante peso político. Por otra parte, dispone de un derecho de disolución si los políticos no logran formar una mayoría.
La jornada se desarollará con un fuerte dispositivo de seguridad que ha movilizado a 38.000 miembros de las fuerzas armadas tunecinas y además el país ha decidio cerrar su frontera con la inestable vecina Libia durante 4 días ante esta cita electoral.