Las autoridades chinas pondrán fin a su política de trasplantes con órganos de presos ejecutados, caso único en el mundo, a mediados de 2014. El viceministro de Sanidad, Huang Jiefu, confirmó que los hospitales contarán con licencia de trasplantes para solo utilizar órganos donados voluntariamente y de acuerdo con una nueva regulación para su uso.
China es un país con muy pocas donaciones de órganos, en parte porque su tradición funeraria recomienda enterrar los cadáveres intactos o la incineración. Por ello, más de 300.000 pacientes figuran en las listas de espera cada año, y finalmente solo uno de cada 30 recibe un trasplante.
Las donaciones entre personas vivas están prohibidas desde 2007 salvo en casos de consanguineidad y familia adoptiva. En consecuencia, el tráfico ilegal de órganos se ha disparado.
Periodista: Sonia García