La política de austeridad va matando el poco crecimiento que experimentó la economía europea tras la reciente crisis. El mandatario francés François Hollande podría haber cambiado el curso de Europa, pero sucumbió, opina el economista Paul Krugman.
De hecho, François Hollande fue elegido por sus promesas de acabar con la austeridad y empujar un crecimiento de la economía, afirma el premio Nobel de Economía Paul Krugman en un artículo en el ‘New York Times’. «Debido a la débil argumentación de la política de austeridad, Hollande podría haber liderado el bloque de naciones que exigían un cambio de curso», pero sucumbió a las demandas de aún más austeridad, opina el economista.
Es una evolución triste ya que, primero, la economía europea hace frente a problemas graves y, segundo, la economía de Francia en particular va mejor que la mayoría de los países europeos, por detrás solo de Alemania. Esto último se debe también a la política de Hollande que lidera el Partido Socialista de Francia y que está bajo una crítica políticamente motivada, nota Krugman.
Después de la crisis de 2008-2009 en Europa surgió la crisis de endeudamiento de 2010, cuando la inflexibilidad de los países acreedores como Alemania y los Países Bajos en sus condiciones de préstamo casi frenó el crecimiento en Europa, que nunca se reanudó de manera definitiva, opina el economista. «Europa se está precipitando hacia una trampa de deflación y estancamiento de tipo japonés», afirma Krugman.
Francia, que tiene una economía fuerte y un presidente que estaba dispuesto a cambiar de curso, podría hacer frente a la dañina política de austeridad y liderar el proceso de cambio. «Hollande podría y debería ser este líder, pero no lo es», opina el economista. Si continúan los problemas económicos de Europa, esto podría perjudicar al mismo proyecto europeo basado en la noción de una prosperidad común. En este caso, el fracaso de Hollande no solo dañaría a su país, sino a toda Europa, concluye Krugman