Los siete candidatos a la presidencia de Brasil en las elecciones el próximo 5 de octubre celebraron este martes en Sao Paulo un esperado debate después de que la ambientalista Marina Silva tuviera que suplir como cabeza de fórmula a Eduardo Campos, fallecido en accidente de avión hace dos semanas.
La presidenta, Dilma Rouseff, candidata del Partido de los Trabajadores (PT), defendió la política social de su gobierno y culpó a la crisis financiera internacional del lento crecimiento de su país.
Pero las miradas estaban centradas en Silva, que era aspirante a vicepresidenta por el Partido Socialista de Brasil hasta que tuvo que asumir la candidatura tras el accidente de Campos.
Analistas concuerdan en que si bien la elección no fue decidida en el debate, tras lo ocurrido en las últimas semanas, no hay un claro favorito y hay más posibilidades que nunca de que haya una segunda vuelta.
Y como indica Gerardo Lissardy, una encuesta del Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadísticas (Ibope) señala que Silva le ganaría a Rousseff por nueve puntos si fueran a una segunda vuelta.
«Con las encuestas indicando que hay cerca de 8% de indecisos y que el desenlace en octubre es más incierto que nunca, seguramente en los próximos debates subirá la temperatura», agrega Lissardy.