La dolarización de la economía salvadoreña cumple el 30 de noviembre próximo 13 años de haberse aprobado por parte del gobierno del entonces presidente Francisco Flores.
El cambio entró formalmente en vigor el 1 de enero de 2001 y desde esa fecha, la divisa estadounidense se convirtió en moneda de curso legal en el vecino país, al punto que hoy es una tarea casi imposible encontrar un colón en el mercado.
Una de las críticas que se formulan a la dolarización es que redujo la capacidad adquisitiva de la mayoría de las familias salvadoreñas.
Otra de las desventajas que se le achacan es el hecho que el Banco Central de Reserva de El Salvador perdió su capacidad de definir la política monetaria del país y quedó a expensas de los cambios formulados por la Reserva Federal de Estados Unidos (FED por sus siglas en inglés).
El Gobierno y los promotores de la medida confiaban que con la dolarización, la economía salvadoreña experimentaría un repunte y un franco crecimiento en los años subsiguientes, pero eso no fue así.
Además pensaron que con este régimen monetario se reducirían los constantes déficits de cuenta corriente de la economía.
Antes del cambio de la moneda, El Salvador venía registrando importantes tasas de crecimiento, al punto que muchos economistas se atrevían a denominarla como «el tigre de Centroamérica».
Después de alcanzar una tasa promedio anual de 6.5% durante el período 1991-1995, la economía cayó a una tasa de 3.3% durante 1996-1999, para luego descender a una tasa promedio de 1.8% durante 2000-2001.
Del 2005 en adelante el crecimiento económico pasó de 3.3% a 3.6%; en 2006 bajó a 3.9%; en 2007 fue de 3.8%; luego en 2008 bajó a 1.3%, en 2009 pasó a -3.1%; y para 2010 alcanzó el 1.4%.
En general, el sentir de la ciudadanía, el empresariado y los economistas es que la dolarización en estos 13 años ha estado marcada por medianos y relativos resultados.
Agencias