Autoridades surcoreanas informaron este martes que el número de fallecidos que ha dejado el naufragio del buque Sewol aumentó a 105 personas, tras recuperarse 17 nuevos cuerpos, mientras los rescatistas siguen tratando de entrar al comedor del ferri para localizar a los 198 pasajeros que continúan desaparecidos.
Los cadáveres hallados hasta ahora se encontraban, en su mayoría, en el tercer y cuarto nivel del buque y en la cubierta, donde se cree que quedaron atrapados muchos de los 325 estudiantes de bachillerato que se hallaban a bordo.
Medios surcoreanos reseñan que del total de 476 pasajeros que viajaban en el Sewol, solo 174 fueron rescatados, incluyendo al capitán del ferri y la mayoría de la tripulación.
Las tareas de los servicios de rescate se centran actualmente en la recuperación e identificación de cadáveres, tras abandonarse casi toda esperanza de encontrar supervivientes, siete días después del hundimiento del barco.
El operativo de rescate desplegado por el Gobierno de Seúl incluye 212 barcos, 34 aviones y 550 trabajadores, mientras más de cinco mil voluntarios se han desplazado a la zona para prestar apoyo a los familiares de las víctimas, concentrados en la localidad costera de Jindo.
De momento, el capitán del barco y otros dos tripulantes permanecen detenidos y son acusados de abandonar el buque sin preocuparse por la seguridad de los pasajeros. La presidenta surcoreana, Park Geun-hye, calificó esta conducta como «una especie de acto de asesinato, que no puede, ni debe ser tolerado».
Familiares de las víctimas acusaron al Gobierno de reaccionar tarde y de forma descoordinada en los primeros momentos del hundimiento, gestionar mal las operaciones de salvamento y ofrecer continuamente datos erróneos sobre el número de rescatados, fallecidos y desaparecidos.
Por su parte, el Gobierno surcoreano prometió crear un nuevo plan para prevenir desastres y prohibió temporalmente los viajes escolares después de recibir fuertes críticas por la gestión del naufragio del buque Sewol.
El hundimiento del Sewol, que podría dejar un balance final de 302 fallecidos, se perfila ya como una de las mayores tragedias humanas en la historia de Corea del Sur.
