Los significativos avances de Rosetta en el conocimiento de los cometas

La misión Rosetta permitió avanzar de manera significativa en el conocimiento de los cometas, especialmente el papel que estos pequeños cuerpos celestes del Sistema Solar pudieron desempeñar en la aparición de vida en la Tierra.

Formados hace 4.500 millones de años, los cometas forman parte de los objetos más primitivos del Sistema Solar.

Una forma extraña 

Los ingenieros de la misión se habían preparado a hacer aterrizar el robot Philae en el núcleo de un cometa con la forma de una pelota de rugby. Sin embargo, unos pocos meses después de la operación, se dieron cuenta que se parecía más bien a un «pato de bañera» con cabeza pequeña, cuerpo grande y cuello fisurado.

La pregunta que surgió era si el cometa estaba separándose en dos partes o si eran dos pedazos de cometa pegados.

«Los análisis hacen pensar más bien en la segunda hipótesis», explica el astrofísico Francis Rocard, responsable del programa Rosetta del Centro espacial CNES de Francia. El choque debió producirse a muy baja velocidad, porque de otra forma el cometa hubiese explotado». Muy poroso, el cometa es un cuerpo frágil.

Ello sugiere que los cometas se formaron «en un entorno relativamente menos violento de lo que se pensaba», estima Rocard.

Agua diferente 

Otra gran sorpresa: los científicos descubrieron que la firma atómica de las moléculas de agua captadas en las emanaciones del cometa 67P eran muy diferentes a las de la Tierra.

Por lo tanto, el agua de nuestros océanos no proviene de la familia de los cometas de Júpiter, a la que pertenece el cometa 67P Churiumov-Guerasimenko.

Dado que la Tierra perdió su agua primordial tras padecer impactos gigantes, entre ellos  de la Luna, la Tierra recibió «agua de segunda generación», indica Francis Rocard.

Antes de Rosetta, los astrónomos consideraban que esa agua pudo haber resultado del bombardeo de la Tierra por cometas, ricos en agua, o asteroides, numerosos pero menos ricos en agua.

Tras las nuevas observaciones, «las cosas se complican», advierte. 

Glicina en el cometa 

En cambio, Rosetta descubrió que el cometa contiene glicina, el aminoácido más pequeño, ingrediente esencial para la aparición de la vida en la Tierra. Los aminoácidos son las moléculas que forman las proteínas.

Este descubrimiento es un resultado «muy importante», porque es la primera vez que se detecta de manera certera glicina en la atmósfera de un cometa, destaca Rocard.

Los cometas, que son los cuerpos celestes más ricos en carbono, bombardean con este elemento a la Tierra, y probablemente sembraron los océanos con estos ácidos aminados, agrega el experto.

Oxígeno molecular imprevisto 

Rosetta halló oxígeno molecular (O2) en cantidad abundante en la atmósfera del cometa, una «sorpresa total» para los científicos.

Es la primera vez que se encuentra oxígeno molecular en un cometa.

Los científicos piensan que tendrán que modificar sus modelos actuales sobre la formación del sistema solar, dado que por el momento no preveían la presencia de oxígeno bajo esa forma en un cometa.

No hay campo magnético 

Otra fuente de asombro: el núcleo del cometa carece de campo magnético.

Si el 67P es representativo de los núcleos de los cometas, es improbable que las fuerzas magnéticas hayan desempeñado un papel en la acumulación de cuerpos rocosos de más de un metro que participaron en la formación de los planetas, destacan los científicos. 

Estos resultados podrían obligarlos a rever una teoría clave acerca de la formación de los cometas y otros cuerpos del sistema solar.

Trabajo por delante 

Los datos acumulados por Rosetta darán trabajo a los científicos durante varios años.

«Al principio, yo había dicho, usando una metáfora, que Rosetta sería la llave que permitiría abrir el cofre del tesoro que encierra los secretos del Sistema Solar«, destaca Mark McCaughrean, responsable científico de la ESA.

«Hemos hallado la llave, pero está allí hecha pedazos. Vamos a tener que recomponerla antes de poder abrir el cofre», apostilla.