Un proyecto de ley sobre acoso escolar busca imitar el modelo finlandés de prevención donde es clave romper el silencio de los testigos.
«No me gustaba ir al colegio, se me re revolvía el estómago. Estaba deprimido por ir. Me pegaban, me insultaban y un día me iban a pegar con un palo y hasta me amenazaron de metérmelo en la cola», estas son las palabras de Iñaki Mur, un joven de 13 años, alumno del Instituto Geseliano en Montevideo que sufrió tanto la violencia por parte de sus compañeros que tuvo que cambiarse de escuela.
El bullying es la «fuerza» del más grande con el más «pequeño» y es una de la formas en que la violencia se presenta dentro de las escuelas. Este maltrato silencioso lo padecen en la actualidad 3 de cada 10 chicos en los colegios uruguayos. Según la psicóloga Silvana Giachero: «este sufrimiento genera cambios en la personalidad porque los jóvenes se desarrollan en ámbitos hostiles y rompe la confianza en ellos mismos y en los adultos».
«Los profesores se daban cuenta pero no hacían nada. Hablamos con la directora y se hacían los disimulados. Algunos miraban y me tiraban gomas en la cabeza y cuando la maestra preguntaba, todos lo negaban», dijo Iñaki Mur. Esta escena es típica del bullying ya que la agresión contra un estudiante se realiza frente al resto de la clase, es decir que hay testigos que al no decir nada son cómplices de este terrible acto. Sin estos personajes, esta violencia dentro de las escuelas no existiría.
«Mi hijo, Iñaki, ingresó al Instituto Geseliano que está cerca de mi casa. El año pasado empezó el año de tarde y ya comenzó a decirme que los compañeros le decían cosas. Las autoridades en vez de analizar que pasaban comenzaron a decir que mi hijo era demasiado sensible. El no me decía mucho y en el colegio me decían que tenían problemas psiquiátricos, que estaba disperso. Con esa sensación lo lleve a todos lados y el me dice ‘Me metí en problemas porque partí un palo a la mitad. Y lo hice porque me lo querían meter ’ Cuando fui al colegio me lo negaron. A fin de año empezó a estar deprimido, sin alegría de vivir», explicó Pilar Mur, madre del joven de 13 años.
«No es un hecho puntual, no es un conflicto, por lo tanto no se puede mediar en el bullying. No se trata de un tema de género ya que las nenas y los nenes se acosan entre sí. Y la única diferencia que hay entre los contextos socioeconómicos es que, en los más carenciados, la violencia pasa más a lo físico y en lo de clases más altas la violencia es más sutil, y la forma que se da más es la de hacer el vacío», explica Giachero.
El proyecto habla sobre la capacitación, protocolos de prevención y de poder dar a los maestros y padres herramientas para saber cómo actuar frente a situaciones así. «Pretendemos volver a remarcar el rol y autoridad tanto del docente como del centro educativo, pero también los padres deben capacitarse para saber cómo actuar frente a dicha situación», explicó Rapalín.
Hace un mes, el programa entró a Parlamento y fue derivado a la comisión de educación, desde donde se le terminará de dar forma antes de llevarlo a votación definitiva. El objetivo es hacer visible una problemática y que la sociedad uruguaya empiece a tomar consciencia de la gravedad.