La cepa de los casos de virus del Zika descubiertos en Guinea–Bisáu, oeste de África, difiere de la de América Latina, responsable de complicaciones neurológicas y de graves anomalías en el desarrollo cerebral del feto, según los primeros resultados publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
«En Guinea-Bisáu, los resultados de la secuenciación genética efectuadas en cuatro casos confirmados de zika […] mostraron de forma preliminar que los casos son de la ascendencia africana, y no de la ascendencia asiática» del virus que ha originado una epidemia en Brasil y en América Latina, explicó la OMS en un comunicado enviado en la madrugada del viernes.
Cabo Verde sigue siendo el único país africano en el que la cepa asiática del virus has sido detectada desde que comenzara la epidemia en América Latina en 2015.
«Si bien la cepa africana […] identificada en Guinea-Bisáu no ha sido asociada con la microcefalia ni con otras complicaciones neurológicas, es necesaria una vigilancia mayor», destacó la OMS.
La organización también indicó que se están estudiando cinco casos de microcefalia actualmente en Guinea Bisáu para ver si tienen relación con el virus del Zika.
En febrero, la OMS decretó que el brote del virus del Zika en América Latina es una «emergencia de salud pública de alcance internacional». Se espera que la agencia de la ONU dictamine este viernes si esta situación sigue vigente.
No existe ninguna vacuna ni ningún tratamiento contra el virus del Zika. Transmitido por mosquitos o por relaciones sexuales, el virus ha causado una epidemia que ya ha afectado a 1,5 millones de personas en Brasil.
Se considera al virus, benigno en la mayor parte de la gente, de provocar complicaciones neurológicas y, sobre todo, graves anomalías en el desarrollo cerebral (incluida la microcefalia) de los fetos de madres infectadas.
Un tercio de la humanidad -2.600 millones de personas- vive en países en los que el virus del Zika podría propagarse, al frente de los cuales se encontrarían India y China, pero también varios países del sureste asiático y de África, según un estudio publicado el viernes en la revista médica británica The Lancet Infectious Diseases.