Los japoneses conmemoraron este sábado el primer bombardeo atómico de la Historia, efectuado hace 71 años contra Hiroshima, ciudad del sur del archipiélago visitada por primera vez este año por un presidente de Estados Unidos en activo.
El 6 de agosto de 1945, a las 08H15 locales (23H15 GMT), un bombardero B-29 estadounidense bautizado «Enola Gay» arrojaba encima de esa ciudad la bomba atómica «Little Boy», y tres días más tarde, otra bomba atómica, «Fat Man», arrasaba Nagasaki, lo que condujo a la rendición japonesa el 15 de agosto y al final de la Segunda Guerra Mundial.
Con una potencia equivalente a cerca de 16 kilotones de TNT, la bomba de Hiroshima causó una deflagración que subió la temperatura en el suelo a 4.000 grados. «Little Boy» provocó el mismo día y las semanas siguientes 140.000 muertos.
Este sábado, unos 50.000 japoneses, entre ellos el primer ministro japonés Shinzo Abe y representantes de decenas de países, guardaron un minuto de silencio en el momento exacto en el que la bomba explotó sobre Hiroshima.
Durante la ceremonia oficial, el alcalde de la ciudad bombardeada, Kazumi Matsui, recordó la visita del presidente estadounidense, Barack Obama, en mayo pasado y su histórico discurso.
Esta visita «es la prueba de que el presidente Obama comparte el profundo deseo de Hiroshima de no tolerar el ‘mal absoluto'», estimó Matsui, quien llamó al mundo a tomar medidas para prohibir la bomba atómica, «forma última de la inhumanidad».
Ningún presidente estadounidense en ejercicio había pasado por Hiroshima desde el final de la guerra.
De ese momento queda la imagen fuerte de Barack Obama estrechando la mano de un sobreviviente y dando un abrazo a otro.
Obama, que «vino para rendir homenaje a los muertos», abogó entonces por un «mundo sin armas nucleares».
Aunque evitó pedir disculpas para no pronunciarse sobre la decisión adoptada en la época por su predecesor Harry Truman, su homenaje y sus breves conversaciones con los sobrevivientes impresionaron a muchos japoneses.
El primer ministro japonés, tras depositar una corona de flores, reiteró el sábado que Tokio seguiría trabajando por un mundo sin armas nucleares.
«Estoy convencido de que [la visita de Obama] aportó una gran esperanza a Japón, al mundo y [especialmente] a Hiroshima y Nagasaki», dijo Abe.
Estas dos ciudades son un símbolo que el mundo debe recordar siempre, estiman los japoneses.