El museo nacional de Israel exhibirá una momia de 2.200 años de antigüedad, de un hombre que sufría de enfermedades que ahora son comunes, como osteoporosis y caries, informó la institución el martes.
Los padecimientos, descubiertos gracias a radiografías, indican que el fallecido era un hombre sedentario, adverso a la labor física y probablemente ingería muchos carbohidratos.
La momia es la única de su tipo en Israel y se le llama «El ojo protector de Horus» en honor a una deidad faraónica. Durante décadas estuvo guardada en un instituto jesuita en Jerusalén antes de ser otorgado en préstamo al Museo de Israel. Será exhibida por primera vez en el museo a partir del miércoles.
Las patologías descubiertas en la momia confirman estudios anteriores de que los pobladores del Egipto antiguo padecían enfermedades parecidas a las modernas.
«La osteoporosis es una enfermedad que es característica del siglo XX, cuando la gente no trabaja tanto físicamente y mucha gente pasa horas frente al televisor», opinó Galit Bennett, curadora de la exhibición.
Agregó: «Quedamos bastante sorprendidos al ver que en esa época había gente que no hacía trabajo físico y que eso afectó su salud, como este individuo aquí».
El museo afirmó que gracias a los procesos de egipcios de embalsamar y al clima seco de Jerusalén, los huesos, dientes y restos de vasos sanguíneos de la momia estaban prácticamente intactos, lo que les ayudó en las investigaciones. Se determinó que la momia tenía caries en los dientes.
Los investigadores examinaron los restos este año usando una resonancia magnética, tecnología que les permitió descubrir las enfermedades y determinar que la momia era un hombre que llegó a vivir unos 30 o 40 años, lo que para la época era una edad avanzada. Originalmente tenía 167 centímetros de altura pero durante su vida o después se encogió a 154 centímetros. Su estilo de vida sedentario y las inscripciones en su ataúd parecen indicar que era un sacerdote, dijo el museo.
Añadió que la momia es originaria de Akhmim, a unos 480 kilómetros al sur de El Cairo. Fue otorgado como obsequio al Instituto Pontificio Jesuita de Jerusalén en la década de 1920 por jesuitas en Alejandría, Egipto.
La momia, apodada «Alex«, está insertada en un féretro color oro y negro y envuelto en cobijas con una máscara dorada cubriéndole el cráneo.