Sin mencionar a Donald Trump por su nombre, la primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, intervino el lunes en la Convención Nacional Demócrata y pintó una imagen sombría del candidato republicano que contrastaba con su brillante descripción de Hillary Clinton como una mujer que se ha preocupado por los niños y los desfavorecidos durante toda su vida.
Michelle Obama ofreció la apasionada llamada a la acción de una madre y ofreció al país a Clinton como una mujer con corazón, y una futura presidenta que nunca «cede bajo presión» ni toma el camino fácil.
La primera dama dijo a los delegados y al público que seguía el discurso por la televisión nacional que cuando piensa en «la clase de presidente que quiero para mis hijas y todos los niños» es alguien que se toma su trabajo en serio, «alguien que comprende que las cuestiones que enfrenta un presidente no son blancas o negras y no pueden reducirse a 140 caracteres».
No había forma de perderse la alusión a Trump, el constante tuiteador.
«Porque cuando uno tiene los códigos nucleares al alcance de la mano y el ejército a sus órdenes, no puede tomar decisiones apresuradas», añadió Michelle Obama. «No puede ser susceptible o tener una tendencia a lanzarse a la carga. Debe ser constante y moderado y estar bien informado».
El discurso también incluyó una afilada crítica al lema de Trump, «hagamos Estados Unidos grande de nuevo», al afirmar: «No dejen que nadie les diga jamás que este país no es grande, que de algún modo debemos hacerlo grande de nuevo. Porque ahora mismo es el país más grande del mundo».
Planteando la decisión de la nación desde la perspectiva de una madre, Michelle Obama dijo que las elecciones «tratan de quién tendrá el poder de dar forma a nuestros hijos durante los siguientes cuatro u ocho años de sus vidas. Y estoy aquí hoy porque en estas elecciones, sólo hay una persona en la que confíe con esa responsabilidad, sólo una persona que esté realmente cualificada para ser presidenta de Estados Unidos, y ésa es nuestra amiga, Hillary Clinton«.
Recordando todas las ocasiones en las que Clinton fue atacada «por su aspecto o cómo hablaba o incluso por cómo se reía», Michelle Obama añadió que lo que más admiraba de Clinton es que «nunca cede bajo presión. Nunca toma la salida fácil. Y Hillary Clinton no ha abandonado en nada en su vida».
Fue un momento de nostalgia para la primera dama, que elogió a la mujer que los demócratas confían suceda a su esposo, y una mujer con la que ha compartido el título de primera dama. Michelle Obama comenzó con recuerdos de sus últimos ocho años, y de cómo sus hijas habían pasado de «niñas alegras a serenas mujeres jóvenes».
Recordó algunas de las dificultades que sus hijas habían tenido que soportar por el camino, incluyendo preguntas sobre la ciudadanía y la fe de su padre. No mencionó de forma explícita que el propio Trump fue una fuerza impulsora tras las dudas sobre el lugar de nacimiento de su marido.
Michelle Obama apenas había terminado su discurso de 14 minutos cuando su marido, el presidente de Estados Unidos, tuiteó su reseña sobre sus palabras: «Un discurso increíble de una mujer increíble».