Decenas de miles de personas recordaron el lunes el 21 aniversario de la peor masacre en Europa desde el Holocausto y asistieron al funeral de 127 víctimas recién halladas.
Familiares lloraron mientras abrazaron los ataúdes por última vez antes de que sus seres queridos fueran enterrados en un cementerio, junto con otras 6.337 víctimas halladas previamente en fosas comunes. La víctima más joven enterrada este año tenía 14 años y la mayor 77.
Fatima Duric, de 52 años, enterró a su esposo, a quien vio por última vez cuando los serbios invadieron el enclave oriental bosnio a fines de la guerra de Bosnia, de 1992 a 1995.
La ONU había declarado a Srebrenica como un lugar seguro para civiles pero esto no evitó que soldados serbios atacaran el pueblo que habían asediado durante años. El 11 de julio de 1995, mientras avanzaban, la mayoría de los musulmanes del pueblo corrieron a la instalación de la ONU con la esperanza de los que los guardias de paz holandeses los protegieran.
Pero los guardias, superados en número y armamento, presenciaron con impotencia cómo los musulmanes hombres y niños eran separados y luego ejecutados y cómo las mujeres y niñas eran enviadas a territorios bosnios controlados por el gobierno. Casi 15.000 residentes trataron de escapar por el bosque pero fueron perseguidos y asesinados.
Las cortes internacionales definieron a la masacre de más de 8.000 personas como genocidio cometido con la intención de exterminar la población musulmana bosniak del área.
Las víctimas fueron enterradas en fosas comunes, cavadas por los perpetradores poco después de la guerra y luego cambiadas de lugar para esconder el crimen. Durante el proceso, los restos medio descompuestos fueron despedazados por niveladoras, así que todavía se están hallando cadáveres en más de 100 fosas comunes y se están juntando e identificando con la ayuda de pruebas de ADN.
Las víctimas son enterradas cada año en un memorial enfrente de la antigua base de la ONU, donde se vio a la mayoría de las víctimas por última vez.