Activistas que defienden el derecho de portar armas, algunos en ropa militar de combate y portando abiertamente fusiles y pistolas, marchaban junto a cientos de personas que acudieron al centro de Dallas la semana pasada para protestar por la muerte de negros a manos de la policía.
Su presencia fue parte del nuevo paisaje legal de Texas, que meses atrás aprobó una ley que permite a la gente portar armas abiertamente en público.
Momentos después, cuando un francotirador disparó contra los agentes que custodiaban la marcha pacífica y mató a cinco de ellos, se produjo pánico y confusión. ¿Quién disparaba? ¿Esa gente armada eran amigos o enemigos?
La escena de pesadilla pronosticada por algunos agentes de la ley cuando Texas aprobó la norma de portación de armas se había hecho realidad.
El jefe de la policía de Dallas, David Brown, calculó que entre 20 y 30 portadores de armas asistieron a la marcha. Algunos llevaban máscaras antigás, chalecos antibalas y ropa de combate. Huyeron al escuchar los disparos, pero la presencia de tantos individuos armados en la escena de un ataque de francotirador provocó una confusión instantánea.
«Para nosotros es insensatez, pero en Texas tienen ese derecho», dijo Brown a la cadena CNN y añadió: «Para nuestros agentes eran sospechosos. Adicionalmente, yo apoyo ese criterio. Alguien te dispara desde una posición oculta y hay gente corriendo con (fusiles de asalto) AR-15 y pertrechos y máscaras antigás y chalecos antibalas. Todos son sospechosos hasta que eliminamos la situación».
Un hombre en la multitud, Mark Hughes, portabaa un fusil de asalto y vestía camiseta de camuflaje. En los primeros momentos después del ataque, la policía difundió una foto de Hughes que lo describía como sospechoso. Fue interrogado y liberado y poco después las autoridades anunciaron que el ataque había sido obra de un solo hombre llamado Micah Johnson.
Posteriormente, el presidente Barack Obama criticó la ley de portación de armas.
Según el presidente, «la policía está en verdaderas dificultades en las poblaciones donde saben que hay armas en todas partes. Adicionalmente, como dije antes, tienen derecho de volver a casa y ahora tienen un margen de error muy estrecho al tomar decisiones. Entonces, el que se interesa por la seguridad de nuestros policías no puede desconocer el problema de las armas y decir que es irrelevante.
Cuarenta y cinco estados han aprobado leyes que permiten a los ciudadanos portar armas en lugares públicos.
Durante el debate sobre la ley en Texas, algunos agentes de la ley expresaron el temor de que produjera pánico, sobre todo en situaciones en las que hay disparos. El estado aprobó la portación de armas ocultas en los 90 y ahora más de 850.000 personas tienen licencia para portar.