La discriminación que viene sufriendo tradicionalmente la población negra en EE.UU. no tiene su origen solo en el color de la piel, sino también en los niveles de pobreza de esta comunidad.
Una nueva matanza, esta vez en Dallas, volvió a sacudir a la sociedad norteamericana. El trágico suceso hizo que el presidente Barack Obama decidiera adelantar el regreso de su viaje oficial a Europa para visitar el lugar de la tragedia.
El hombre que presuntamente mató a cinco policías en la ciudad tejana, Micah Xavier Johnson, era un joven afroamericano de 25 años sin antecedentes penales. Antes de ser abatido, el sospechoso explicó a los agentes que su objetivo era matar policías blancos.
Johnson llevó a cabo su acción durante una manifestación en protesta por las muertes, en los dos días anteriores, de dos afroamericanos a manos de agentes de Policía blancos. Estas dos nuevas muertes de estadounidenses negros desataron una serie de protestas en todo el país.
Por ejemplo, el 8 de julio en Atlanta miles de manifestantes cortaron varias calles para expresar su indignación por la brutalidad policial. Por la misma razón en Phoenix centenares de personas intentaron bloquear una de las arterias de la ciudad y los agentes los dispersaron con gas lacrimógeno.
El origen de la violencia
Los conflictos entre los afroamericanos y la Policía no son un fenómeno nuevo en EE.UU., y la mayoría de las veces surgen debido a la violación de los derechos humanos de los afroamericanos o la falta de justicia. Hay numerosos ejemplos.
Basta recordar la ola de protestas de 2013 tras la absolución de George Zimmerman, el policía que mató a tiros a Trayvon Martin, un afroamericano de 17 años, o las protestas en Ferguson iniciadas en agosto de 2014 tras el asesinato del joven afroamericano Michael Brown. O el toque de queda impuesto en mayo de 2015 en la ciudad de Baltimore, donde los disturbios estallaron después del funeral del joven afroamericano Freddie Gray, que también murió por culpa de la Policía.
Es cierto que la población negra de Estados Unidos sufre discriminación, pero esta discriminación no tiene solo motivos raciales. Según las estadísticas, aproximadamente el 40% de los presos estadounidenses son negros, y de acuerdo con un estudio de 2014 el 27% de los hombres, mujeres y niños afroamericanos viven por debajo del nivel de pobreza.
Por lo tanto, con muy alta probabilidad se puede asumir que el problema del uso excesivo de la fuerza contra las minorías étnicas en EE.UU. no es un resultado directo de la discriminación racial, sino del clasismo, como lo publica el portal Vzgliad citando al luchador de artes marciales mixtas Jeff Monson.
Se considera que los estadounidenses tienen ciertos estereotipos a la hora de pensar sobre los miembros de las clases socioeconómicas bajas y que el comportamiento de este último atrae más la atención de la Policía y del sistema judicial.
¿Cuáles son los posibles escenarios del desarrollo de la situación?
Varios expertos destacan que la baja posición social no permitirá que los manifestantes afroamericanos y a las personas blancas que los apoyan logren resultados significativos. La radicalización de las protestas provocará una presencia masiva en las calles de EE.UU. no solo de la Policía, sino también de la Guardia Nacional. Y no hay que olvidar que fueron los militares los que reprimieron los disturbios en Ferguson. Hay que señalar también que el Gobierno de EE.UU. es capaz de reprimir una ola hipotética de disturbios de masas por todo el país porque el Pentágono desarrolló ya en 2012 un plan de acción para situaciones de este tipo.