El papa Francisco se diferenció del sector más conservador de la Iglesia católica y se pronunció en favor de la apertura.
“Ellos hacen su trabajo y yo hago el mío. Yo quiero una Iglesia abierta, comprensiva, que acompañe a las familias heridas”, dijo al diario La Nación el sumo pontífice, consultado sobre su relación con los ultraconservadores católicos.
El Papa descartó sin embargo que exista una posición de enfrentamiento: “Ellos le dicen que no a todo. Yo sigo con mi camino sin mirar al costado. No corto cabezas. Nunca me gustó hacerlo. Se lo repito: rechazo el conflicto”, explicó.
“Los clavos se sacan haciendo presión hacia arriba. O se los coloca a descansar, al lado, cuando llega la edad de la jubilación”, dijo con un tono de humor.
También se refirió al rechazo de un donativo millonario realizado por el gobierno argentino a la red mundial Scholas Occurrentes, promovida por el Papa para la inclusión educativa y la paz, gesto leído en Argentina como una discordia entre Francisco y el presidente Mauricio Macri.
“Esa interpretación es absolutamente incorrecta”, dijo. “Sigo creyendo que no tenemos derecho a pedirle un peso al gobierno argentino cuando éste tiene tantos problemas sociales para resolver”, indicó Francisco.
Rechazó supuestos enconos con el presidente argentino, al que definió como “una persona noble”. “No tengo ningún problema con Macri”, destacó.
Francisco se reunió a finales de mayo con la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, una líder social que fue crítica del Papa cuando éste era el arzobispo de Buenos Aires, pero que ahora lo elogia.
“Ella pidió perdón y no se lo negué. No se lo niego a nadie”, dijo sobre Bonafini.
“Es una mujer a la que le mataron dos hijos, yo me inclino, me pongo de rodillas ante semejante sufrimiento. No importa lo que haya dicho de mí. Y sé que dijo cosas horribles en el pasado”, señaló.