Para la mayor parte de Armenia, la visita del papa Francisco será más recordada por su postura de declarar como un «genocidio» a la masacre contra los armenios en la era otomana, así como por su mensaje de paz y reconciliación con Turquía.
Sin embargo, entre los sirios de ascendencia armenia que han huido de la guerra civil en Siria, el llamado del papa a la paz tuvo un sentido más personal con el conflicto actual que ha provocado la muerte de sus seres queridos o los ha expulsado de sus hogares.
Angela Agemyan y sus tres hijos que están entre unos 17.000 refugiados armenios étnicos procedentes de Siria y que ahora viven en Armenia observaron la visita del papa este fin de semana por televisión en su nuevo hogar en Ereván, la capital armenia.
«Para nosotros la paz es lo más importante», dijo Agemyan, de 35 años. «Perdimos la paz que teníamos en mi familia».
A principios del siglo XX, muchas familias armenias fueron deportadas a los desiertos de Siria por parte de los turcos otomanos. Para cuando se inició el conflicto en Siria en 2011, se calcula que en el país vivían unos 100.000 armenios étnicos.
Para muchos de los que huyeron de Siria, Armenia ha sido un refugio pobre, pero hospitalario.
Agemyan huyó de Alepo con sus hijos pequeños en 2014, después de que su marido fue asesinado por milicianos del grupo Estado Islámico, por haberse negado a renunciar a su fe cristiana. Ella duda que vuelva alguna vez a Siria.
«Tengo una casa allí y mis padres están allí también, pero eso no es lo importante», afirmó Agemyan. «Tengo que pensar en mis hijos y cómo estarían allí espiritualmente. Hay muchas cosas que debo tener en cuenta y es muy difícil que regrese».
Aceptar los refugiados ha sido una carga significativa para esta ex república soviética de 3 millones de personas, que se ha recuperado de un bloqueo económico impuesto por la vecina Turquía en represalia por apoyar a su aliado Azerbaiyán en el conflicto con Armenia por la región de Nagorno-Karabaj.
Sin embargo, la empobrecida Armenia ha dado una bienvenida entusiasta a los recién llegados, dándoles un lugar para vivir, varias subvenciones y un procedimiento acelerado para nacionalizarse.
La mayoría ha preferido quedarse en Ereván, resistiendo las ofertas de trasladarse a viviendas más baratas en otros lugares del país. Un intento de construir edificios de apartamentos que alojaran a los refugiados fuera de la capital fue recibido con poco entusiasmo y fracasó.
La mayoría de los armenios de Siria provienen de Alepo, la ciudad más grande de Siria y su capital comercial antes de la guerra civil, que ha sido escenario de batallas feroces desde que quedó dividida en partes controladas por el gobierno y la oposición en 2012.
A pesar de las condiciones económicas de Armenia no son las mejores, los refugiados dicen que lo que más aprecian es la buena recepción que han recibido. «En el primer día llegaron cuatro vecinos a nuestra puerta y nos ofrecieron ayuda», comentó Saro Yapundzhian, un refugiado de Alepo que trabaja como gerente en un café en Ereván.
Aunque la tasa de desempleo en Armenia es alta, de alrededor de un 17%, los refugiados han encontrado trabajo como médicos, joyeros, mecánicos, peluqueros y cocineros. Los restaurantes de comida siria se vuelven cada vez más populares.
Agemyan hornea pasteles y pastas para tratar de cubrir sus necesidades. «Aquí estamos seguros y nos hemos adaptado», dijo. Agregó que sus hijos de 6, 9 y 12 años de edad se sienten bienvenidos en la escuela local y han aprendido rápidamente el dialecto oriental de la lengua hablada en Armenia. Los refugiados ya hablaban el dialecto occidental de Armenia, lo que ha hecho más fácil su adaptación.
El papa Francisco, que concluyó su visita de tres días a Armenia el domingo, ha defendido durante mucho tiempo la causa armenia. En el discurso más importante de su viaje, el papa improvisó y uso la palabra cargada políticamente de «genocidio«, que no estaba en su texto preparado.
Turquía rechaza el término, alegando que la cifra de 1,5 millones de muertos citada por historiadores está inflada y que hubo muchas personas que murieron en ambos bandos mientras el Imperio Otomano se derrumbaba en medio de la Primera Guerra Mundial.