La ley estatal que permitirá que personas con enfermedades terminales opten legalmente por poner fin a sus vidas entra en vigor el jueves, pero tiene preocupados a miembros de las comunidades hispana y afroestadounidense, quienes temen que la gente pobre con enfermedades graves se vea presionada a tomar medicamentos letales como una alternativa a prolongados cuidados paliativos.
California es mucho más diverso étnicamente que otros estados donde las opciones están disponibles: Washington, Vermont, Montana y Oregon, el primer estado que aprobó en la ley en 1997.
De las 991 personas con enfermedades terminales que han decidido tomar medicamentos para acabar con sus vidas en Oregon, la mayoría han sido de raza blanca, son mayores de 65 años y bien educados, de acuerdo con un informe del Oregon Health Authority divulgado en febrero.
En los primeros meses de este año, Compassion & Choices, organización nacional que aboga por el derecho a elegir la muerte, nombró a mujeres hispanas, afroestadounidenses y filipinoestadounidenses para informar y crear consciencia entre las comunidades minoritarias.
La organización también instaló una línea bilingüe para dar información sobre la ley y realizó reuniones mayormente en zonas de habla hispana como el valle central de California.
«Sabíamos que íbamos a tener que aprender a hablar sobre temas relacionados a muerte y maneras de morir de una manera que no solamente pueda ser familiar para la comunidad blanca», dijo Toni Broaddus de Compassion & Choices.
En una columna escrita el 14 de abril en el Chicago Tribune, el paciente de cáncer Miguel Carrasquillo pidió a otros latinos que «rompan con el tabú cultural sobre hablar de la muerte y de ayuda médica para morir».
Carrasquillo se llamó a sí mismo «el Brittany Maynard hispano», en referencia a la californiana de 29 años que estaba muriendo de cáncer en el cerebro cuando se mudó a Oregon para tener acceso a fármacos letales en el 2014. Su historia atrajo más apoyo a la propuesta que luego se convirtió en ley en California.
La madre de Carrasquillo apoyaba su lucha por la opción a morir, pero su padre veía esta alternativa como una intervención a los planes de Dios.
Carrasquillo murió el domingo de cáncer en su natal Puerto Rico, sin los fondos para mudarse a un estado donde exista el derecho a morir. Su madre le prometió que seguiría promoviendo la práctica para que otras personas no tengan que sufrir como él.
La iglesia Católica ha dicho que el derecho a morir es una mala política.
El arzobispo de Los Ángeles Jose Gomez ha advertido que las familias pobres, los afroamericanos, latinos e inmigrantes con enfermedades graves estarán en riesgo de ser presionados para tomar fármacos letales para evitar el alto costo de los medicamentos contra el cáncer y otros servicios médicos, junto con las prácticas de las aseguradoras que limitan los cuidados paliativos.