El gubernamental Partido Revolucionario Institucional (PRI) quedó relegado en las elecciones de 12 gobernadores este domingo al sufrir enfrentar históricas derrotas en importantes bastiones como Veracruz (este) y Tamaulipas (noreste), en unos comicios considerados como un termómetro para las presidenciales de 2018.
El PRI, que gobernaba nueve de esos estados, perdió en seis de ellos, retuvo tres y ganó dos, dejando a manos del opositor Partido Acción Nacional (PAN, conservador) el liderazgo en siete estados.
Estos resultados fueron considerados como un triunfo «histórico» y un importante paso de cara a 2018 para el PAN, partido que gobernó México del 2000 al 2012 acabando con la hegemonía del PRI.
Con un 64,9% de las actas escrutadas, el PAN se encaminaba este lunes a ganar la gobernatura del estado petrolero de Veracruz en alianza con el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), con 33,48% de los votos sobre el 29,24% obtenido por el PRI y el 28,17% del izquierdista Morena del excandidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, que esperaba poder anotarse esa victoria con miras a las presidenciales.
Veracruz, uno de los estados más acechados por la violencia del narcotráfico y de los que más votos ha dado históricamente al PRI por ser el tercer más poblado del país, era el mayor trofeo de estas elecciones, ya que estuvo gobernado por más de 80 años por ese partido.
«Hoy por fin se fueron. Lo logramos, juntos sacamos al gobierno corrupto del PRI«, celebró en su cuenta en Twitter el virtual ganador Miguel Ángel Yunes, que relevará al controvertido Javier Duarte, manchado por denuncias de corrupción, casos de desapariciones forzadas por parte de policías estatales y asesinatos de periodistas.
De hecho, en Veracruz se registraron varios actos de violencia antes y durante las elecciones, como la aparición el sábado de una cabeza humana cerca de una escuela que fungía como centro electoral en el municipio de Emiliano Zapata.
«El PAN va a recuperar en 2018 la Presidencia»
De su lado, el violento estado de Tamaulipas, bastión por años del PRI y donde la campaña electoral estuvo llena de acusaciones entre partidos por supuestamente haber cedido a las presiones de narcotraficantes, también quedó a manos del PAN, que obtuvo el 50,15% de los votos (con el 81,88% del total escrutado), mientras que el estado norteño de Chihuahua también fue arrebatado al PRI por ese partido opositor.
«Esto es verdaderamente histórico para el PAN (…) Si hacemos bien las cosas, si cumplimos, si damos resultados en estos estados, el PAN va a recuperar en 2018 la Presidencia de la República», dijo a la emisora RadioFórmula Ricardo Anaya, el líder del partido, celebrando que su formación ganara también en Durango (norte), y los céntricos Puebla y Aguascalientes, así como en Quintana Roo (este).
Durante la pasada campaña electoral de 2010, el candidato a gobernador del PRI en Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú, fue asesinado y su hermano Egidio lo reemplazó al frente de este estado fronterizo, donde hace unos días fue secuestrado durante 24 horas el futbolista del Olympiakos griego Alan Pulido.
Al analizar los decepcionantes resultados, el presidente del PRI, Manlio Fabio Beltrones, dijo que su partido debe asumir el mensaje que le dio el electorado y tomar acciones «para reconectarnos con la ciudadanía».
De su lado, Agustín Basave, presidente del izquierdista PRD, reconoció que la pérdida de su coalición en Oaxaca (sur) en favor del PRI y el modesto triunfo en tres estados en alianza con el PAN implica un revés para el partido, que «tiene que cambiar profundamente».
Sin embargo, el domingo hizo otra lectura sobre la jornada electoral: «La gente salió a castigar al gobierno, a castigar al PRI«, dijo.
En abril, la popularidad de Peña Nieto (2012-2018) se desplomó a un 30%, el nivel más bajo desde que asumió el poder, entre las críticas por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, la fuga del ahora recapturado capo Joaquín «El Chapo» Guzmán o el escándalo por la compra de una mansión por parte de su mujer a un importante contratista gubernamental.