El izquierdista Alexander Van der Bellen ganó la elección presidencial de Austria, se informó el lunes, pero su rival de extrema derecha quedó a muy poca distancia.
Antes de las votaciones, el ultranacionalista Norbert Hofer había superado por muy poco a Van der Bellen, un político del Partido Verde que esta vez participó como candidato independiente. Pero el lunes todavía faltaban por contar unos 700.000 votos de austriacos en el extranjero, y esos números podrían dar la victoria a Alexander Van der Bellen.
El ministro del Interior Wolfgang Sobotka informó que Van der Bellen obtuvo 50,3% de los votos, comparado con 49,7% de Hofer, del Partido Libertad. Entre ambos apenas hay una diferencia de 31.000 votos, de entre más de 4,6 millones emitidos.
Los resultados calman la posibilidad de que Austria se aleje de inmediato de su imagen de país amigable con la Unión Europea con un presidente que hubiera endurecido más la política migratoria. Sin embargo, el margen de victoria para Van der Bellen es la más reciente señal de que los partidos anti establishment están ganando influencia.
Tras conocerse los resultados oficiales, Hofer reconoció su derrota en un mensaje que difundió por Facebook donde agradeció a sus partidarios por su apoyo.
Reconoció que «naturalmente estaba triste» y agregó que «hubiera estado feliz de tener la tarea de cuidar a nuestro hermoso país como presidente federal». Su mensaje decía que el trabajo de sus partidarios durante las elecciones «no se perdió, sino que es una inversión a futuro».
El Partido Libertad ha aprovechado el sentimiento anti Unión Europea y el temor de que Austria pueda verse inundada de refugiados y se ha convertido en la fuerza política más popular en el país. Van der Bellen en general fue apoyado por austriacos pro europeos que favorecen políticas de inmigración más humanas.
La votación del domingo reveló una profunda división sobre la dirección que debe seguir el país, en particular sobre migración y el futuro de la UE. E incluso pese a la derrota de Hofer, su fortaleza demuestra el creciente apoyo a los partidos anti establishment en todo el continente.
El canciller de Eslovaquia, Miroslav Lajcak, un socialdemócrata, lo describió como «la continuación de una tendencia».
«La gente no está satisfecha con los partidos políticos tradicionales», dijo al llegar a una cumbre de ministros del exterior de la UE en Bruselas.