Líderes globales se reunieron el lunes en Estambul para abordar un sistema humanitario «fracturado» que ha dejado a 130 millones de personas en necesidad de ayuda, una tarea casi insalvable para una cumbre de dos días.
Considerada la primera en su tipo, la cumbre de Naciones Unidas busca desarrollar una mejor respuesta a lo que ha llamado la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial, movilizar más fondos y lograr acuerdos sobre cómo darle una mejor asistencia a los civiles desplazados.
El Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, llamó a gobiernos, empresas y grupos de asistencia a comprometerse para reducir a la mitad el número de civiles desplazados para 2030.
«Estamos aquí para delinear un futuro diferente», dijo el diplomático en un discurso al inicio de la conferencia. «Los insto a (…) encontrar mejores soluciones a largo plazo para los refugiados y las personas desplazadas, basadas en un reparto más equitativo de responsabilidades».
Pero esa meta podría resultar difícil de alcanzar. La organización Médicos Sin Fronteras se retiró antes de la conferencia este mes, diciendo que había perdido las esperanzas de que los participantes aborden la debilidad en la respuesta de emergencia.
Se critica que el sistema global de asistencia necesita un mayor financiamiento para lidiar con una proliferación de guerras regionales y estados fallidos que han incrementado el número de personas desplazadas; y para reducir la ineficiencia y corrupción que consume fondos humanitarios antes de beneficiar a los más necesitados.
El presidente Tayyip Erdogan de Turquía, país que se ha hecho cargo de alrededor de 3 millones de refugiados de la guerra civil en la vecina Siria, la mayor población de refugiados del mundo en un solo país, volvió a acusar a Occidente de hacer poco para ayudar a los sirios.
Erdogan ha sido uno de los críticos más duros del presidente sirio, Bashar al-Assad, y considera que su salida es esencial para terminar la guerra en el país.