Costa de Marfil y la leyenda del cubo Maggi

En Costa de Marfil, donde la gordura de las nalgas es hermosura, mil y una técnicas ingeniosas compiten por aumentar el tamaño del trasero, como rellenos para ropa interior, cremas, cirugía e incluso supositorios «mágicos».

Las modelos delgadas como Kate Moss nunca han logrado ser una inspiración para las mujeres en Abiyán, donde las curvas triunfan.

«En Costa de Marfil para ser bella, hay que tener un buen trasero«, explicó Sarah, una comerciante de 34 años. «Los hombres prefieren a las mujeres un poco culonas».

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Foto: AFP

El politólogo Jean Alabro señaló que las curvas son signo de riqueza y también de «buena salud». También son garantía de una «maternidad gloriosa».

Por lo tanto, todos los métodos y trucos están permitidos para hacerse con unas buenas posaderas.

Evelyne vende en su puesto del mercado de Treichville una crema llamada botcho, que también se conoce como «grossifesse» (engorda nalgas en francés). En la lengua de la calle, el «nouchi», «botcho» significa «posaderas generosas».

El ungüento, producido a base de aceite de hígado de bacalao, miel y también manteca de karité, tiene un éxito imbatible.

«Es el producto más vendido», contó Evelyne, por encima de la crema para los senos y de la pomada «bazooka», que promete fortalecer y engrosar el miembro masculino.

Cada día se venden miles de botes. Cada uno de ellos cuesta entre 15.000 y 25.000 francos CFA, es decir entre 23 y 38 euros, es decir una fortuna en el país. En el pequeño local, dos cajas destinadas a ser exportadas a Ghana esperan a ser recogidas.

Relleno para las pistoleras
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Foto: AFP

Los resultados están garantizados en 30 días y Evelyne aseguró que perduran.

«No tengo ni una clienta que se haya quejado», afirmó. «No es como las píldoras, que te hinchan pero que después lo pierdes enseguida», agregó.

En el mercado, las clientas también pueden acceder a comprimidos para engordar esa parte del cuerpo. La mayoría vienen de países angloparlantes como Nigeria.

Muchos son fabricados a base de corticoides, por lo que pueden generar diabetes, hipertensión o infecciones que llevan incluso hasta el coma, advirtió Fatima Ly, dermatóloga y veneróloga residente en Dakar.

En Senegal, estos medicamentos, muchos de ellos falsos o adulterados, generan un «inmenso» problema de salud pública, que afecta a miles de personas cada año.

Otro método menos nocivo es la ropa interior con relleno.

En un mercado de Abiyán, Christine, una jubilada de 56 años con un traje amarillo, palpa unas prendas.

«Son para mi hija», explicó. «Yo ya tengo suficiente trasero, incluso me pesa», afirmó.

Para ella, es mejor lo natural que lo artificial. «Lo que Dios te da, hay que conservarlo», señaló.

Este tipo de prendas aparecieron hace cinco años. Cuestan unos 13,7 euros (15,5 dólares) y se venden como pan caliente, dijo el dueño del local, Kader Camara.

«Antes no teníamos este tipo de artículos. Era un secreto femenino. Las mujeres se cosían paños a sus ropas» para aumentar su trasero, contó.

Las mujeres insatisfechas con el tamaño de sus muslos también tienen la alternativa de rellenar sus «pistoleras», contó el comerciante haciendo un gesto de vaquero en referencia a la acumulación adiposa cercana a la cadera.

La leyenda del cubo Maggi 
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Foto: AFP

Una leyenda urbana cuenta que si se introduce un cubo Maggi como supositorio, se consigue ganar volumen en el área del trasero.

«Tengo una amiga que se los ponía como supositorios para aumentar el tamaño», contó Francine, una chica de 30 años.

Esta práctica, aparecida en el República Democrática del Congo, incluso inspiró una canción.

«Las mujeres piensan que como es graso, les va a hacer ganar volumen», explicó.

Para las más adineradas siempre queda la opción de la cirugía.

El cirujano plástico parisino Robin Mookherjee, que viaja todos los meses a Dakar, ha visto pasar por su consulta a «cientos de pacientes» de la región, especialmente mujeres de Costa de Marfil, que dice que acuden influidas por la cultura afro y latinoamericana.

Muchas, están dispuestas a pagar entre 3.000 y 4.000 euros para una «lipoinyección» de su propia grasa extraída del viente o de los brazos, en las nalgas.