El presidente Barack Obama atacó el viernes frontalmente a Donald Trump, ahora el candidato único a la Casa Blanca de un partido desorientado, que no logró frenar el ascenso del controvertido multimillonario.
La presidencia estadounidense no es un «programa de telerrealidad», dijo Obama, en alusión a Trump, quien aparecía en el célebre reality show The Apprentice» (El Aprendiz).
«Atravesamos momentos difíciles y realmente es una función seria. No es un entretenimiento. No es un programa de telerrealidad», recordó el mandatario, que dirige al país desde hace siete años y no pierde ocasión de subrayar que Trump no es la persona apropiada para el mayor cargo de la nación.
Obama estimó además que Donald Trump tiene un «largo historial» que habría que «examinar de cerca».
«Y pienso que para nosotros es importante tomarse en serio las declaraciones que ha hecho en el pasado», agregó, aludiendo a sus insultos a los inmigrantes, amenazas de deportación y de construir un muro en la frontera con México.
Trump está ahora solo en la carrera para integrar la fórmula republicana a la Casa Blanca, pero su campaña dividió de tal forma a los conservadores que incluso el presidente de la cámara baja, Paul Ryan, se niega por el momento a concederle su apoyo.
«Para ser totalmente honesto con usted, no estoy listo para hacerlo todavía», dijo Ryan a la CNN el jueves, en una declaración inesperada para un dirigente de alto rango del Partido Republicano, al ser interrogado sobre si daría su apoyo a Trump.
Donald Trump prácticamente logró la investidura republicana luego del abandono de sus dos últimos rivales, Ted Cruz y John Kasich, pero su victoria está lejos de ser aceptada en las filas partidarias.
Para entablar la batalla contra Hillary Clinton, eventual candidata demócrata, Trump deberá restañar heridas y Ryan condicionó su apoyo a que el candidato demuestre su capacidad «para unificar el partido y luego seducir a los estadounidenses, no importa de qué origen y a una mayoría de independientes».
«Probablemente en el futuro podamos trabajar juntos y lograr un acuerdo sobre lo que es mejor para el pueblo estadounidense», reaccionó Trump en un comunicado. Pero «yo no estoy listo para apoyar la agenda de Ryan», advirtió.
Además de Ryan, numerosos republicanos -tanto moderados como conservadores- se niegan frontalmente a alinearse con Trump, lo que podría ser un problema si no acuden a darle su apoyo en las urnas en noviembre.
La dinastía Bush, la familia republicana más prominente de Estados Unidos, que había apoyado a todos los candidatos republicanos en las cinco últimas presidenciales, declinó apoyar la candidatura de Trump.
Sin embargo, algunos exdetractores republicanos arriaron sus banderas, como el exgobernador de Luisiana, Bobby Jindal, quien el año pasado trató a Trump de narcisista egocéntrico y ahora anunció que lo apoyaría.
El multimillonario candidato, de 69 años, recibió pese a todo el apoyo del líder republicano del Senado, Mitch McConnell, quien estimó el miércoles que la prioridad es «impedir lo que de hecho sería un tercer mandato de Barack Obama«.
Pero otros republicanos no piensan permanecer pasivos y prometen resistir hasta el final a Donald Trump, incluso votando a Clinton.
«Yo estoy con ella»
«El Partido Republicano va a nominar a un tipo que lee el (tabloide de investigación) National Enquirer y cree que está a su nivel», escribió Mark Salter, exconsejero del senador John McCain, en un tuit muy difundido. «Yo estoy con ella», agregó, adoptando la consigna característica de los partidarios de Clinton.
Desde el martes, los republicanos invaden la red social Twitter jurando no votar jamás a Trump, algunos quemando su tarjeta electoral, como lo hizo Lachlan Markay, un periodista conservador.
«Me borré oficialmente como republicano», anunció por su lado Philip Klein, jefe de redacción de la revista conservadora Washington Examiner.
Erick Erickson, un influyente autor conservador, criticó a Donald Trump el miércoles por «haber apoyado a nacionalistas blancos y alentadores del racismo».
Tampoco ahorró juicios sobre el partido, por no haber logrado «poner un límite» a las intolerantes declaraciones del candidato. «¿Porqué el Partido republicano no dijo que eso era inaceptable?», escribió en el sitio The Resurgent, declarando que no ayudará a los electores a «cometer un suicidio nacional».
Dilema
El Partido Republicano se encuentra en consecuencia ante el dilema de tener que apoyar a su representante a la elección presidencial y al mismo tiempo apaciguar al movimiento «Todo salvo Trump».
La publicación The Hill encuestó a un centenar de personalidades republicanas que se comprometieron públicamente a no votar a Trump, entre ellos a los senadores Lindsey Graham y Ben Sasse, o el representante Justin Amash y a Mitt Romney, candidato a la presidencial de 2012 derrotado por Obama.
Sasse se declaró el miércoles abierto a la posibilidad de otro candidato que represente los valores conservadores en los comicios de noviembre.
El movimiento «NeverTrump» («Jamás Trump») advirtió que continuará movilizado, principalmente para ayudar a los candidatos republicanos al Congreso que quieran diferenciarse del multimillonario en la imagen de los electores.
Si Donald Trump suavizara realmente el tono para convertirse -como dijo- en un candidato «más presidencial», es probable que una parte de los republicanos escépticos vuelvan al redil en los próximos seis meses, pero algunos aseguran haberse alejado definitivamente.
«Yo votaré sin duda por Gary Johnson», el candidato del Partido Libertario, explicó el consultor conservador Brad Marston. «Ya no encuentro mi lugar en el Partido Republicano actual», dijo.