Donald Trump, prácticamente asegurado como el candidato presidencial republicano, declaró que no le importa que muchos en su propio partido lo rechazan.
«Estoy confiado de que podré unir a gran parte» del partido, dijo Trump el miércoles al programa «Today» de la NBC.
Sobre los republicanos que lo rechazan tanto que dicen que apoyarían a la demócrata Hillary Clinton, Trump replicó: «Esa gente que se vaya, que regrese en ocho años después de que concluyan mis dos períodos presidenciales. Sinceramente, hay gente que ni me importa«.
Sus comentarios sucedieron luego que Trump prácticamente aseguró la candidatura republicana en un probable duelo con Clinton. Se trata de un triunfo político rotundo para un candidato en su primera campaña, y cuyo atractivo para los frustrados votantes se vio minusvalorado en un principio.
Trump defendió su infundada afirmación de que el padre de Cruz aparecía en una fotografía de 1963 con el asesino de John F. Kennedy, Lee Harvey Oswald, citando un artículo publicado por el tabloide sensacionalista National Enquirer.
«Eso no fue tan malo», dijo Donald Trump la mañana del miércoles.
Pero ese tipo de acusaciones fueron inaceptables para algunos republicanos.
«El Partido Republicano postulará para la presidencia a alguien que lee el National Enquirer y que cree que eso es un periódico serio», escribió en Twitter Mark Salter, quien fue asesor del candidato republicano del 2008, John McCain. «Yo la apoyo a ella», agregó en referencia a Hillary Clinton.
Trump dijo el miércoles que probablemente escogerá a alguien con trayectoria política como su candidato a la vicepresidencia.
En entrevista con el programa «Morning Joe» de la MSNBC, el candidato dijo que necesita un compañero de fórmula «que me ayude a aprobar legislación en el Congreso».
Trump dijo al programa «Good Morning America» de la ABC que «probablemente aceptaré donaciones pequeñas» según el máximo legalmente permitido, pero que seguirá financiando su propia campaña. Advirtió que no aceptará grandes sumas de dinero porque «no quiero que nadie tenga demasiada influencia en mis políticas».
La victoria de Donald Trump en Indiana el martes y la rápida decisión de Ted Cruz de cancelar su campaña resolvieron la candidatura republicana para 2016, pero sigue dejando al partido envuelto en la incertidumbre. Algunos líderes republicanos siguen recelando ante el expresivo magnate y han insistido en que nunca lo apoyarán, ni siquiera en un enfrentamiento contra Clinton.
El senador de Nebraska Ben Sasse, que ha insistido en que no podría apoyar a Trump, escribió el martes en Twitter que le estaban preguntando si los resultados de Indiana habían cambiado su opinión. «La respuesta es sencilla: No», tuiteó Sasse.
Los republicanos como Sasse recelan de las opiniones de Trump sobre inmigración y política exterior, así como su tendencia a la exageración. Horas antes de ganar en Indiana, Trump hacía la infundada afirmación de que el padre de Cruz aparecía en una fotografía de 1963 con el asesino de John F. Kennedy, Lee Harvey Oswald, citando un artículo publicado por el National Enquirer.
Trump sigue necesitando unos 200 delegados para asegurar la candidatura, pero la decisión de Cruz de suspender su campaña retiró el último gran obstáculo de su camino.
«Ted Cruz no sé si le caigo bien o no pero es un gran competidor», dijo Trump de su último gran rival, a quien se refería a menudo como Ted «el mentiroso». En un discurso más discreto de lo acostumbrado, Trump prometió un triunfo en noviembre al asegurar nuevamente que pondría a «Estados Unidos primero».
Por su parte, la campaña del gobernador John Kasich, que ha ganado sólo en su estado natal, Ohio, emitió un comunicado en su cuenta de Facebook.
«Los comunicados de anoche no cambiarán los planes de campaña del gobernador Kasich. Nuestra estrategia ha sido y sigue siendo una que implica ganar la candidatura en una convención abierta». Kasich está casi 900 delegados por detrás de Trump.
El senador de Vermont Bernie Sanders consiguió una victoria sobre Clinton en Indiana, pero el resultado no detendrá la marcha de la ex secretaria de Estado hacia la candidatura demócrata. Clinton llegó a las primarias del martes con el 92% de los delegados que necesita.
«Sé que la campaña de Clinton piensa que la contienda terminó. Se equivocan», dijo Sanders en tono desafiante durante una entrevista. Pero Clinton ya concentra sus esfuerzos en la elección general.
Ahora Clinton y Trump se encararán en una batalla de seis meses por la presidencia, poniendo en juego el futuro de las leyes migratorias, el sistema de salud y la postura militar en el mundo. Pese a que Clinton llega a la elección general con notable ventaja en cuanto a los votos de mujeres y minorías, los demócratas han prometido que no subestimarán a Trump, como lo hicieron durante tanto tiempo sus rivales republicanos.
El presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, declaró que la contienda había finalizado, al escribir en Twitter que Trump sería presumiblemente el nominado del partido.
«Ahora debemos unirnos y enfocarnos en vencer a @HillaryClinton», escribió.
De hecho, el primer reto para Donald Trump será unificar a un partido republicano que se dividió con su candidatura. Y aunque algunos líderes republicanos han acogido al empresario, otros han prometido que jamás votarán por él y lo ven como una amenaza a la existencia misma del partido.
Incluso antes de que finalizaran los recuentos en Indiana, algunos líderes conservadores planeaban una reunión para el miércoles para evaluar la posibilidad de lanzar a un segundo candidato para competir con Trump en el otoño.