Hillary Clinton salió de las primarias de Nueva York un paso más cerca de conseguir la candidatura demócrata a la presidencia y convertirse en la primera mujer en hacerlo. El republicano Donald Trump reforzó su propia carrera hacia las elecciones generales con una contundente victoria, pero tiene poco margen de error en los estados que quedan por disputar.
Los favoritos esperan repetir sus triunfos de Nueva York en varios estados del noroeste que serán los próximos en elegir a sus candidatos. Clinton tenía previsto pasar el miércoles haciendo campaña en Pennsylvania, mientras que Trump tenía un mitin previsto en Maryland, así como Indiana.
Después de su victoria en Nueva York, una entusiasta Clinton dejó claro que se estaba centrando en las elecciones generales, tras una pugna inesperadamente competitiva con Bernie Sanders.
«La carrera por la candidatura está en la recta final, y la victoria está a la vista», declaró Clinton entre los vítores de sus seguidores. Sólo mencionó a Sanders de pasada para hacer una llamada a sus leales partidarios, dejando las palabras duras para Trump y le senador por Texas Ted Cruz, a los que describió como «peligrosos» para Estados Unidos.
También Trump se mostró deseoso de dejar atrás las primarias republicanas. Con al menos 89 delegados neoyorquinos en su haber, insistió en que es «imposible» que ninguno de sus rivales le atrape y advirtió a los líderes del partido en contra de intentar arrebatarle la candidatura en la convención republicana.
El gobernador de Ohio, John Kasich, logró al menos tres delegados. Cruz corría el riesgo de quedarse sin ninguno. Ninguno de los dos tiene opciones matemáticas de conseguir la candidatura republicana antes de la convención de julio, aunque confían en obstaculizar la nominación automática de Trump y sobrepasarle en el congreso del partido.
Cruz mostró la victoria de Trump en Nueva York como poco más que «un político que gana en su estado natal», y después imploró a los republicanos que se unan en su candidatura.
«Debemos unir al Partido Republicano porque hacerlo es el primer paso para unir a todos los estadounidenses», dijo Cruz. El senador, en su primera legislatura en el Congreso nacional y que ha chocado varias veces con su propio partido, sólo ha encontrado un tibio apoyo de la cúpula republicana, que le ve como la única opción de detener a Trump.
La victoria de Clinton aumentó su cuenta de delegados, y ya suma el 80% de lo que necesita para obtener la candidatura demócrata que se le escapó hace ocho años. Dirigiéndose a los leales seguidores de Sanders, Clinton dijo que «es más lo que nos une que lo que nos separa».
Lo sondeos de salida apuntaban a que los demócratas estaban dispuestos a apoyar a quien sea el candidato del partido. Casi 7 de cada 10 partidarios de Sanders en Nueva York dirían que sin duda o probablemente votarían a Clinton si es la candidata final.
Sanders se ganó a los jóvenes y progresistas de Nueva York, como en otras partes del país, pero no lo suficiente como para conseguir la victoria decisiva que necesitaba para cambiar el rumbo de la carrera demócrata. Aun así, el senador por Vermont prometió seguir peleando.
«Tenemos una posibilidad de victoria», dijo en una entrevista con Associated Press. Sin embargo, su asesor principal, Tad Devine, dio más tarde que la campaña tenía previsto «sentarnos y analizar dónde estamos» tras las primarias de la semana que viene.
De los 247 delegados demócratas en juego en Nueva York, Clinton consiguió al menos 135, mientras que Sanders ganó al menos 104.
Donald Trump necesitaba una victoria clara en Nueva York para mantener con vida sus aspiraciones de lograr la candidatura antes de la convención de julio, y acallar a los críticos que dicen que la larga temporada de primarias ha dejado al descubierto grandes deficiencias en su campaña.
Después de pasar meses dependiendo de una pequeña plantilla, el magnate ha empezado a contratar más veteranos experimentados en campañas.
Cruz intenta mantenerse lo bastante cerca en la carrera por los delegados como para forzar una convención abierta en la que se elija al candidato. Su campaña confía en que ha dominado el complicado proceso de ganarse a delegados concretos que podrían votar cambiar su voto al senador de Texas tras una primera ronda de votación en el congreso.
Kasich, el tercer republicano que sigue en la carrera, superó a Cruz el martes y se niega a suspender su campaña pese a ganar sólo en su estado natal.
Aunque Trump presume de llevar nuevos miembros al partido, hace que algunos republicanos teman que su candidatura pueda dividir al partido. Entre los votantes republicanos en Nueva York, casi 6 de cada 10 dijeron que las primarias están dividiendo al partido, según sondeos de salida.
Aun así, unos 7 de cada 10 republicanos neoyorquinos dijeron que la candidatura republicana debería obtenerla el aspirante con más votos en las primarias.
Los sondeos fueron realizados por Edison Research para Associated Press y cadenas de televisión.
Trump lidera ahora la carrera republicana con 845 delegados, por delante de Cruz con 559 y Kasich con 147. Conseguir la candidatura requiere 1.237.
Entre los demócratas, Hillary Clinton suma ahora 1.893 delegados ante los 1.180 de Sanders. Esos totales incluyen tanto los delegados asignados por las primarias y asambleas de partido como los superdelegados, cargos del partido que pueden respaldar al candidato que prefieran independientemente de la votación en su estado. La candidatura demócrata se asigna con 2.383 delegados.