Activistas que promueven los derechos de los homosexuales manifestaron el viernes en San Petersburgo (noroeste de Rusia), dos semanas después del asesinato de un periodista denunciado por los militantes como un crimen de odio por homofobia.
El cuerpo de Dmitri Tsilikine, periodista y crítico de teatro, de 54 años, fue hallado el 1 de abril en su apartamento en San Petersburgo. El agresor fue detenido diez días después.
Los investigadores afirmaron que el crimen fue cometido «tras una pelea y probablemente sin móvil pecuniario». Según la policía, Tsilikine había conocido a su agresor, un estudiante, en internet y lo había invitado a su casa.
Activistas de los derechos de los homosexuales y la prensa local denuncian sin embargo el carácter homofóbico del asesinato, en base a mensajes neonazis que el estudiante publicaba en las redes sociales.
«El asesinato de Dmitri no es más que la parte visible del iceberg. Existe en el país un ambiente homofóbico«, dijo a la AFP Alexei Sergueiev, activista de la causa gay.
La homosexualidad era considerada un crimen en Rusia hasta 1993 y como una enfermedad mental hasta 1999.
La situación empeoró en 2013 con la adopción de una ley que castiga con multas y prisión a cualquier tipo de «propaganda» homosexual frente a menores.
En su informe de 2014, la organización de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch (HRW) alertaba sobre la creación de «milicias antigays» en varias decenas de ciudades rusas desde 2012.
Los miembros de estos grupos dan citas románticas falsas a jóvenes homosexuales y luego los humillan bajo el lente de una cámara. El video se publica luego en internet, denuncia la ONG.
El presidente ruso Vladimir Putin rechaza cualquier tipo de homofobia en el país y señala que Rusia simplemente privilegia «una familia tradicional sana».