El presidente Barack Obama arranca el domingo un histórico viaje a Cuba, donde la gente mira con una mezcla de esperanza y cautela el presente y futuro a poco más de un año que se acordó normalizar las relaciones bilaterales tras cinco décadas de ruptura.
A unas horas de la llegada de Obama, disidentes del grupo de las Damas de Blanco realizaron como cada domingo una protesta contra el gobierno, mientras autoridades llamaron a Estados Unidos a ampliar las medidas para relajar el embargo y permitir, por ejemplo, a empresas estatales cubanas entrar al mercado nacional estadounidense.
Tras su arribo, Obama tiene previsto acudir a la embajada estadounidense en La Habana y luego realizar un recorrido por el centro histórico de la ciudad, que es uno de los proyectos de restauración y de mejoramiento de la calidad de vida de la población más exitosos de la isla.
El primer viaje de un presidente estadounidense en casi 90 años a la isla atrapó la atención de los cubanos comunes, muchos de quienes nunca pensaron atestiguar algo así, aunque por la mañana del domingo y a unas horas de su arribo algunas calles de La Habana lucían sin mucha gente.
«Esto es una cosa increíble», dijo Carlos Maza, un especialista en refrigeración de 48 años, que espera que la normalización se traduzca en la apertura de sectores como la agricultura y que se permita la importación de equipos de reparación.
«Van a haber sus cambios, pero es lento», consideró este hombre que también espera hacia adelante poder visitar Estados Unidos.
Roberto Albar, un jubilado de 68 años, ve el deshielo de las relaciones como algo que conviene a ambos pueblos. «Nosotros prácticamente somos vecinos» y el sistema político de Cuba «no quiere decir que seamos enemigos», dijo, aunque fue más cauteloso con los cambios.
«Yo no he visto nada. Yo vivo ahí y eso se está cayendo», dijo mientras apuntaba hacia el edificio con la fachada derruida donde vive. «Los pobres seguimos siendo pobres».
La gente ha visto en los últimos días un verdadero frenesí en la capital con el arreglo de calles, el pintado de fachadas o el mantenimiento del Malecón, por donde se supone pasará el mandatario o su comitiva de funcionarios y empresarios.
Xiomara Sánchez, de 60 años, trabaja en una cafetería particular en La Habana y dice que se siente «orgullosa y bien que él venga a Cuba».
Si se encontrara de frente con Obama, dijo, «lo felicitaría por buscar la forma, la manera de unirse con nosotros, de estar en paz y estar bien».
Obama llegará con su esposa Michelle Obama y sus hijas Malia y Sasha, además de que estará acompañado por varios legisladores y líderes empresariales dispuestos a acercarse y hacer negocios en Cuba.
El mandatario tiene previsto encontrarse el martes con un grupo de disidentes. Berta Soler, líder del grupo conocido como las Damas de Blanco, dijo que había recibido la invitación y que pensaba acudir.
«Yo le diría: ‘señor presidente, cuando se hace negocios ambas partes ponen condiciones y cuando se hacen negocios con un gobierno totalitario hay que poner condiciones»’, comentó.
Durante el último año, las marchas de las Damas de Blanco junto con otras organizaciones han sido interceptadas por grupos pro-gubernamentales y posteriormente dispersas por policías, uniformadas o de civil, pero sin armas. Y este domingo no fue la excepción.
Con papeles pintados a mano con las leyendas «¡Viva Raúl!» y «¡Viva la Revolución!», un grupo pro-gubernamental de cerca de 300 personas salió al cruce de las Damas de Blanco, quienes fueron rodeadas por mujeres policías uniformadas que las detuvieron y escoltaron hacia autobuses del transporte público.
Cuba y Estados Unidos sorprendieron al mundo relanzando sus relaciones diplomáticas en diciembre de 2014 de camino a la normalización total de sus nexos. En julio de 2015 abrieron sus embajadas.
Obama reconoció que la política de sanciones aplicada contra Cuba no dio los resultados esperados de un cambio en el modelo político y busca con el deshielo fomentar lo que llamó un empoderamiento del pueblo en la isla.
Pero el presidente Raúl Castro advirtió que su gobierno no está dispuesto a realizar reformas políticas.
En todo caso, más allá de esta visita, ambas administraciones reconocen que subsisten diferencias de fondo, pero que están dispuestos a dirimirlas por el diálogo.
Hasta ahora Obama usó su poder ejecutivo y a lo largo de un año y medio aprobó cuatro paquetes de medidas para aliviar las sanciones en temas como los permisos para que ciudadanos estadounidenses puedan viajar a Cuba o el uso del dólar por parte de la isla en las transacciones bancarias internacionales; pero hasta ahora no ha logrado convencer al Congreso que debe derogar las leyes del embargo.
El ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca, dijo el domingo en rueda de prensa que las medidas tomadas hasta ahora por el gobierno estadounidense como parte de la búsqueda de normalización de relaciones «han mantenido un cerco discriminatorio hacia empresas del sector público», cuando son el corazón de la economía cubana.
Malmierca reconoció la importancia de algunos cambios como el levantamiento de la prohibición para el uso de dólares en transacciones, pero dijo que «la efectividad de las medidas debemos comprobarlas en la práctica».
También pidió a Estados Unidos permitir a empresarios estadounidenses invertir en Cuba más allá del sector de telecomunicaciones.
El arribo del mandatario ocurrirá también luego de algunos anuncios que muestran el inicio de cambios impensables hasta hace poco. Por ejemplo, la empresa Starwood firmó un acuerdo el sábado para renovar y operar 3 hoteles cubanos, con lo que las cadenas estadounidenses regresan a la isla más de 50 años después de que la Revolución de Fidel Castro incautó propiedades de ese país.
El mismo domingo, el gobierno estadounidense informó que le otorgó a la compañía Airbnb una licencia especial para permitirle funcionar en Cuba con lo que viajeros de todo el mundo podrán reservar alojamiento en casas privadas en la isla.
La visita de Obama, que se desarrollará hasta el día martes, contempla un encuentro con el presidente Castro, ofrendas florales al líder independentista José Martí, intercambio con emprendedores, una cita con disidentes y hasta la asistencia del gobernante a un partido de béisbol entre un equipo de grandes ligas y un seleccionado local, antes de seguir su viaje a Argentina.