Un museo de París albergará una exposición dedicada a Barbie, la muñeca más famosa y también la más criticada del mundo por ser un modelo de belleza estereotipado, con medidas imposibles, que sin embargo, con sus escasos 29 centímetros, supuso una revolución en el mercado de los juguetes.
«Barbie es más que un juguete, es un personaje emblemático de nuestras cultura y de nuestra sociedad», explicó a la AFP Anne Monier, comisaria de la exposición, que hasta el 18 de septiembre mostrará al público 700 muñecas, cada una de ella con su modelo respectivo.
El Museo de las Artes Decorativas, en el palacio del Louvre, celebrará los 57 años de la muñeca, una rubia platinada, con piernas interminables y un pecho generoso, que marcó una revolución en el mundo de las muñecas.
La creadora de la muñeca fue Ruth Handler, esposa del cofundador de Mattel, que la bautizó en honor a su hija, Barbara. Su debut fue el 9 de marzo de 1959 en la feria del juguete de Nueva York. De ahí en adelante conoció un espectacular éxito comercial.
En 1997 logró traspasar el récord de 1.000 millones de unidades vendidas.
«El entusiasmo que generó Barbie se sustentó sobre todo por el universo creado por Mattel en torno a la muñeca, su familia, sus amigos y sus actividades, una alquimia inteligente, que le permite a los niños proyectar su imaginación», explicó Monier.
Con el pasar de los años, la reina de las muñecas amplió al infinito su paleta de competencias, desde las actividades más clásicas a las más insólitas: enfermera, supermodelo, bailarina, gimnasta pero también astronauta e incluso presidenta de Estados Unidos.
«La exposición, que yuxtapone portadas de revistas con muñecas salidas en la misma época, muestra que Barbie siempre fue ‘un espejo de su tiempo'», cuenta la curadora.
Pero su éxito mundial también generó controversias y detractores, que acusan a la muñeca de proyectar una imagen estereotipada de la mujer, representándola con rasgos europeos, delgada, rubia y activa.
Una fantasía de adultos
Los psiquiatras la criticaron calificándola como una fantasía para adultos más que un juguete para niñas, los padres la responsabilizaron de incitar a la anorexia, mientras que los científicos apuntaron que si fuera una mujer real su físico le impediría caminar.
Si se proyectan sus medidas a escala humana, la muñeca mediría 1,75 metros, pesaría 49 kilos, con una cintura de 45 centímetros y unos pies de 21 centímetros.
La pobre criatura se vería obligada a caminar a cuatro patas ya que sus pies y sus piernas no podrían soportar su peso.
En 2009, para su 50 cumpleaños, el periodista estadounidense Jerry Oppenheimer criticó duramente la imagen de la muñeca, describiéndola como un panfleto que encarnaba las fantasías de su diseñador: una prostituta de lujo, muy delgada, con pechos como obuses y una cara infantil.
«La Barbie idealizada, demasiado perfecta, sin duda existió en alguna época pero hoy ya pertenece al pasado», explicó durante la inauguración Robert Best, diseñador jefe de Matell.
Ahora, el creador afirma que las muñecas deben reflejar la diversidad.
Como una prueba, Mattel lanzó este año varios modelos, incluso una muñeca más rellenita, con el objetivo de detener la caída de las ventas.
Estos modelos tienen 27 tonos de piel diferentes, 22 colores de ojos diferentes y 24 peinados distintos.
La famosa marca estadounidense ya había lanzado en 1980 una modelo negra, bautizada como Black Barbie, pero se había mantenido conservadora a la hora de modificar las medidas de la mítica muñeca.
La llegada de la diversidad de tallas fue celebrada por la vista Time en su portada de enero con la pregunta «Y ahora, ¿podemos dejar de hablar de mi cuerpo?».