A pedido del papa Francisco, el Vaticano cambió el rígido protocolo para las visitas oficiales de los jefes de Estado católicos que se han divorciado y vuelto a casar, los cuales podrán ser recibidos con la nueva esposa por el pontífice, indicaron fuentes especializadas.
Según la página italiana especializada en información religiosa Vatican Insider, el pedido fue hecho por el pontífice argentino a la Secretaría de Estado, encargada de protocolo, incómodo por tener que recibir por separado a las nuevas esposas de casi todos los mandatarios latinoamericanos, entre ellos el argentino Mauricio Macri y el colombiano Juan Manuel Santos.
Un gesto especial de Francisco con su compatriota, el presidente Macri, a quien recibió el sábado pasado en el Vaticano junto con su tercera esposa, Juliana Awada.
En efecto se trataba de la primera vez que se rompían las estrictas reglas del Vaticano para las visitas oficiales, lo que fue notado tanto en el Vaticano como en Argentina.
La oficina de prensa del Vaticano no negó este jueves un cambio de las reglas, pero no quiso dar mayores detalles.
Según Vatican Insider, a petición de Francisco la Secretaría de Estado modificó el protocolo para las visitas oficiales de los jefes de Estado católicos que se encuentran en «una situación matrimonial irregular» para la Iglesia.
En el pasado tales reglas impedían que el mandatario fuera recibido junto con la nueva esposa por el papa, por lo que no aparecía como pareja en la foto oficial.
En general, la nueva esposa – aunque algunas llevaban numerosos años de matrimonio civil- tenía que esperar en otra habitación del Vaticano que el papa la saludara por separado después de la audiencia al marido.
La decisión no implica un cambio de la ley canónica, que considera ilegítimos tales matrimonios, sino una aplicación de un principio que defiende Francisco: que los divorciados vueltos a casar sean «integrados en la vida» de la iglesia aunque no puedan acceder a la comunión.
El papa Francisco deberá divulgar en las próximas semanas las conclusiones de los dos sínodos sobre los cambios en la familia moderna, celebrados en 2014 y 2015, un documento muy esperado por los católicos.
Es posible que el pontífice no revolucione la doctrina, pese a las esperanzas levantadas cuando invitó a la iglesia a no tener «miedo» a revisar las normas y tradiciones que ha ido adoptando con el pasar de los siglos, y se limite a abrir las puertas a una mayor participación en la vida de la Iglesia de los católicos que se encuentran en situación «irregular».