Destacan bellezas de Little Corn Island en revista Saveur

El sitio web sobre sitios turísticos y comida Saveur, de origen norteamericano, destacó en una columna todas las bellezas que posee Little Corn Island. En el artículo resaltan a este lugar como un paraíso para el turista que quiere alejarse del bullicio del mundo moderno, además de contar con una exquisita comida.

Michael Ames es la persona que escribe cómo pasó una temporada en la isla con su esposa, tiempo en que disfrutaron de todas las virtudes que tiene este destino que cada día es más visitado por turistas de todas partes del mundo. 

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«No es fácil llegar a Little Corn Island. El desafío es parte del encanto, al menos eso nos decimos Danielle, mi novia y yo cuando nos montamos en el ferry, sin ninguno de nosotros queriendo admitir que realmente no es un ferry, sino un bote (panga) cargando grandes cantidades de gasolina., todo mientras el bote da unos giros y saltos que revuelven el estómago», escribe Michael sobre la aventura de llegar a esta isla

«Danielle escogió Little Corn Island como un lugar para vacacionar donde los dos pudiéramos escapar de la presión, estructura y ruido de Nueva York. No hay taxis en esta localidad, ni luces de faroles alumbrados todo el tiempo. La electricidad solo está de noche. Vinimos por el sonido de las olas, el sonido del viento en las palmeras y la paz que eso significa.» agrega. 
 
«Lo que no esperábamos de este punto de convergencia entre selva, mar y arena es una comida espectacular. En la mayoría de los destinos ‘resort’, el aislamiento conlleva precios exagerados y cuotas para los turistas altísimas, pero aquí, donde los idiomas locales incluyen español, inglés, garífuna y el miskito indígena, encontramos una cocina que se autosostiene con mucho orgullo y que siempre es fresca. La mayor parte de los alimentos son sembrados en las islas o peces que se pescan en las aguas cercanas. Así que nos adentramos en una inesperada expedición culinaria, bebiendo cada uno de los cocos y disfrutando de ceviches frescos cada vez que podíamos», sostiene Michael. 
 
El escrito luego traslada a Michael y Danielle en el porche de un restaurante local, en donde dejaron sus maletas y se fueron a la mesa donde pidieron dos cervezas nacionales con un pargo jurel con una salsa especial blanca, acompañado de tostones, con el que quedaron encantados. También destacan que durante los días en que pasaron en Little Corn Island los almuerzos casi no se distinguían entre una transacción comercial y simplemente comer en el hogar de una persona conocida, de un amigo. 

 

«¿Cómo puede ser la comida tan deliciosa?» menciona Ames en otra parte del artículo. Incluso dice que fueron invitados a pescar curvina, pargo y macarela, con la premisa de que lo que sacaran del mar podían comérselo luego, algo que simplemente no podían rechazar. 

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Foto: Saveur

También resaltan que en este lugar que no tiene carros ni autopistas, hay presencia de muchísimos árboles frutales, donde pudieron encontrar en el suelo muchas frutas para recoger de la forma más fácil, tales como mangos, cocos y la peculiar fruta noni, que a pesar de no tener un olor muy agradable, dicen que se puede hacer un coctel que es lo más efectivo para el hangover, o como lo conocemos los nicas: «la goma».

Por último, Michael y Danielle conocieron el famoso rondón, o «Rundown» a como aparentemente es la palabra original de esta característica comida del Caribe de nuestro país.

La cocinera Rachel Sambola López fue la que les preparó este platillo en Derek’s Place, un mini resort que también les agradó mucho. Ahí descubrieron que el rondón varía en diferentes lugares, tales como en Jamaica donde es preparado de una forma diferente a los caribeños nicaragüenses, donde se mezclan varias especias con leche de coco, mariscos y diferentes tipos de pescados.

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Foto: Saveur

«Esta es nuestra comida«, les dijo López con un tono orgulloso. «El rondón es una comida del corazón» mientras cantaba una canción Garífuna. «Cuando lo comes, te llena todo el estómago».

Luego probaron este mismo plato pero en otro establecimiento, en donde se agregaban otros tipos de hierbas y especias, pero que también quedó como una verdadera delicia. 

A medida que pasaban su último día, indican que solo querían salir al porche, observar el mar sin tener nada que hacer y beberse sus cervezas frías. «Vemos hacia el puerto, nos vemos hacia nosotros mismos y pensamos un largo rato sobre hacer absolutamente nada», termina diciendo Michael sobre su experiencia en la pacífica y siempre hermosa Little Corn Island