El papa Francisco oficiará una misa y se reunirá con sacerdotes, religiosos y seminaristas en Morelia, capital del estado occidental de Michoacán, donde dio inicio su cuarta jornada completa de su primer viaje por México. El pontífice llegó a un estadio donde fue recibido entre ovaciones mientras daba una vuelta a la pista a bordo de un carrito de golf.
«¡Te amamos papa Francisco!» se oía una voz a través de un altavoz.
Los seminaristas, curas y monjas no paraban de cantar y bailar, al tiempo que hacían olas.
El encuentro ocurre tres días después de que el pontífice reprendió a la jerarquía católica mexicana y les pidió estar más cerca de la gente y ayudarla a enfrentar los problemas que padecen, como el narcotráfico.
Michoacán es un estado que se ha visto afectada por la violencia del narcotráfico.
El Papa Francisco instó el lunes en Chiapas, el estado más pobre de México con mayoría de población indígena, a rechazar la opresión y el maltrato, en una región donde hace dos décadas se gestó una rebelión armada en reclamo de mejores condiciones de vida.
En el tercer día de su visita a uno de los países más católicos del mundo, Francisco ofició una misa para las comunidades indígenas en San Cristóbal de las Casas, una pintoresca ciudad colonial en las montañas del sur del país que fue tomada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) al inicio de la rebelión de 1994.
Haciendo referencias a la Biblia y al libro indígena Popol Vuh, Francisco dijo que hay un anhelo de vivir en libertad, hay un anhelo que tiene sabor a tierra prometida donde la opresión, el maltrato y la degradación no sean la moneda corriente.
De muchas maneras y de muchas formas se ha querido silenciar y callar ese anhelo, de muchas maneras han intentado anestesiarnos el alma, de muchas formas han pretendido aletargar y adormecer la vida de nuestros niños y jóvenes con la insinuación de que nada puede cambiar o de que son sueños imposibles, dijo el Papa en la homilía ante 100,000 fieles.